Tras las huellas de San Juan Diego y la confianza en medio de las pruebas

Tras las huellas de San Juan Diego y la confianza en medio de las pruebas
Reflexión para la Homilía del 18 de febrero de 2018,
Domingo de la segunda semana de Cuaresma Hacia los 500 Años del Acontecimiento Guadalupano

Libro de Génesis 22,1-2.9a.10-13.15-18. 
Salmo 116(115),10.15.16-17.18-19. 
Carta de San Pablo a los Romanos 8,31b-34. 
Evangelio según San Marcos 9,2-10.

Queridos hermanos:
En la primera lectura del libro de Génesis Dios nos explica que en la vida del hombre siempre hay pruebas. Así como Abraham fue llamado por su nombre por Dios y éste le respondió, así también nosotros somos llamados por Él de la misma manera y también nosotros tenemos que pasar por diversas pruebas en nuestra vida. Pero, el llamado de Dios por nuestro nombre, debe hacernos saber que nada se sale de su control y que Él es quien nos llama a caminar por el camino que nos conduce hacia Él, nos llama por nuestro nombre y esto debe darnos la certeza de que, en medio de nuestras pruebas Él no solo nos acompaña, sino que también es Él mismo quien dirige nuestras pruebas.
Otro punto importante en el que debemos poner atención es en lo que le dice el Señor a Abraham al terminar la prueba, le dice: “por haber obedecido mi voz, yo te colmaré de bendiciones y multiplicaré tu descendencia... y por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra...”. Debemos observar que, si obedecemos la voz del Señor y actuamos conforme a su voluntad, se derramarán gracias para otras personas. Por esto es importante pensar siempre en hacer la voluntad de Dios, pues otros hermanos nuestros se benefician de esto. De la misma manera en forma contraria, si yo me alejo de Dios, si me aparto de la gracia y de su voluntad, cierro para mis hermanos bendiciones y gracias de Dios.
Abraham fue llamado a vivir una prueba de fe muy grande, Dios le pidió le ofreciera a su hijo en sacrificio, y Abraham, a pesar del sufrimiento que esto implicaba, estaba dispuesto a obedecer a Dios por sobre todas las cosas, pasando incluso por encima del amor tan grande que tenía a su hijo. Dios, al ver que Abraham era capaz de darle todo, detuvo el sacrificio de la vida del hijo de Abraham.
El Salmo de hoy nos refuerza esa invitación a la confianza en medio de las pruebas. Pues vemos que dice: Tenía confianza, incluso cuando dije: “¡Qué grande es mi desgracia!” Hagamos vida estas palabras, hagamos vida esta confianza en medio de nuestras pruebas, dificultades, enfermedades, esta confianza nace de la certeza de que Dios nos llama a vivir ciertas pruebas, pues ve que estas son necesarias. Intentemos aceptarlas como voluntad de Dios y acudamos a Él alabándolo y dándole gracias.
La segunda lectura, de la carta de San Pablo a los Romanos, nos invita nuevamente a confiar en el Señor, san Pablo nos dice que si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? Y nos muestra que el sacrificio que Dios le pide a Abraham es como una prefiguración del Sacrificio que Dios hace de su Hijo para salvarnos y nos dice, ¿quién podrá acusar a los que Dios mismo ha salvado? Dios mismo es quien por Cristo y su Sacrificio, nos justifica. Dios

está con nosotros, no en nuestra contra, por lo tanto, cualquier prueba que pasamos en la vida debemos asumirla con confianza en que Dios sabe lo que hace y sabe lo que necesitamos para adherirnos a la Salvación que ya nos fue dada. Tengamos la certeza de que Dios nos acompaña en nuestras pruebas
En la Lectura del Santa Evangelio San Macros nos narra la transfiguración del Señor y nos invita a abrir nuestra mente y nuestro corazón para escuchar al Señor. Si Jesús dio su vida para salvarnos, si se hizo hombre y vino al mundo para enseñarnos cómo vivir, debemos escucharlo, porque no solo vino a darnos enseñanzas, sino que, con su vida, con su ejemplo su Palabra es su Vida misma y al final de su vida en la tierra la entrega por nosotros, entrega su vida al Padre como ofrenda de amor por nosotros.
Hermanos, si este Dios quien se entrega por nosotros es quien está con nosotros, si este Dios nos llama por nuestro nombre, si este Dios dirige nuestras pruebas y nos acompaña en ellas, ¿a qué debemos temer? A lo único que deberíamos temer es a apartarnos del Señor, a lo único que debemos temer es a caer en el pecado y a quedarnos ahí.
Todo esto nos lleva a acordarnos de la vida de nuestro grande santo patrono, San Juan Diego. ¿Se acuerdan cómo lo llamó Dios por medio de María? Lo llamó por su nombre. María lo llama por su nombre, como a Abraham lo llamó Dios y, lo invita a realizar ciertas tareas y con seguridad, María sabía que al principio Juan Diego no iba a ser escuchado por el Obispo, con certeza María sabía que San Juan Diego sería humillado, y vemos entonces y comprobarnos con esto que las pruebas en nuestra vida, las situaciones que nos ayudan a ser humildes, las humillaciones, son necesarias para llegar a la unión con Dios y María también no acompaña en el camino de nuestras pruebas.
Demos gracias a Dios por que nos da a una Madre, nos da a su Madre para acompañarnos también en el camino de las pruebas, demos también gracias a Dios por el ejemplo de vida que nos da en la vida de San Juan Diego. Tratemos de reflexionar en su vida y vayamos tras las huellas de nuestro hermano San Juan Diego quien, entregándose a María a partir de ver su debilidad, fue capacitado por Ella para cumplir con su misión.
Agradecer a Dios la Presencia de Santa María de Guadalupe es muy importante, y también es importante pedirle a Dios por medio de Ella por todos los problemas de todos los mexicanos y por la conversión de México. Pidamos a San Juan Diego nos ayude también a caminar tras sus huellas para poder entregarnos como él a María y Ella pueda educarnos y capacitarnos para hacer la voluntad de Dios por el bien de nuestros hermanos.
Así sea. 


Del Directorio Homilético


Segundo domingo de Cuaresma
CEC 554-556, 568: la Transfiguración
CEC 59, 145-146, 2570-2572: la obediencia de Abrahán
CEC 153-159: las características de la fe
CEC 2059: Dios manifiesta su Gloria para revelarnos su voluntad 

CEC 603, 1373, 2634, 2852: Cristo es para todos nosotros 

Disposición para recibir el don de la Fe, arrepentirnos y creer en la Buena Noticia al ejemplo de San Juan Diego



Disposición para recibir el don de la Fe, arrepentirnos y creer en la Buena Noticia al ejemplo de San Juan Diego

Reflexión para la Homilía del 18 de febrero de 2018,
Hacia los 500 Años del Acontecimiento Guadalupano

Libro de Génesis 9, 8-15. 
Salmo 25(24),4-5.6-7.8-9. 
Epístola I de San Pedro 3,18-22. 
Evangelio según San Marcos 1,12-15.


Queridos hermanos: 



En la primera lectura Dios nos recuerda la alianza que hace con nosotros y nos muestra en ella el gran amor que Dios tiene por cada una de sus criaturas, pero en especial el gran amor que tiene por el ser humano. Vemos que, cuando el hombre se aleja de Él, de su verdadera felicidad, Dios hará siempre lo que sea para acercarnos de nuevo y salvarnos. Lo vemos en el caso del diluvio, que fue necesario según los designios de Dios para corregir, salvar, purificar; y vemos también el amor de Dios por la alianza que realiza después del mismo. Sin embargo, el hombre siempre necesita purificación.

En el Salmo de hoy también nosotros descubrimos la necesidad continua que tenemos de ser guiados y de que Dios nos muestre el camino cuando estamos extraviados, de que siempre salga al encuentro de nuestros desvíos y de que siempre nos ayude a aprovechar la salvación que ya nos fue dada mostrándonos así siempre su amor y compasión. 

Tenemos siempre la necesidad de nos guíe para llevarnos a obrar rectamente.

En la epístola Primera de San Pedro se hace referencia de nuevo al diluvio. La necesidad de la purificación. El agua del diluvio representa lo que Dios es capaz de hacer para salvarnos. Y por esto dos dice que el diluvio es figura del bautismo, con el cual se borran nuestros pecados y gracias al bautismo somos salvados, nos invita pues esta lectura a acordarnos de que el bautismo es un compromiso con Dios de intentar tener una conciencia pura la cual sería imposible sin la resurrección del Señor.

Y por esto, en la lectura del Santo Evangelio, podemos ver también cómo Dios actúa para purificarnos y nos da el ejemplo en la vida de Jesús nuestro Señor. Recordemos que Jesús se hizo semejante a nosotros en todo, excepto en el pecado, y por tanto Jesús no necesita una purificación, sin embargo, vivió las tentaciones por las que nosotros también pasamos para capacitar nuestra humanidad y acompañarnos en ella. Nos dice el Santo Evangelio que Jesús fue llevado al desierto y que, después de 40 días y 40 noches y de haber sido tentado, el tiempo, al final de la lectura nos dice, se había cumplido, el Reino de Dios está cerca, y nos dice que nos convirtamos y que creamos en la Buena Noticia.

Hermanos, vemos claro como todos necesitamos purificación y, para purificarnos Dios tiene el tratamiento adecuado para cada uno. Dios sabe lo que queda uno de sus hijos necesita para regresar y estar cerca de El viviendo en la verdad. A este trabajo que Dios hace en cada uno de nosotros, en nuestras vidas y por medio de la circunstancias es a lo que se le llama purificación. La purificación significa ver la verdad de nosotros mismos, son maquillaje, sin disfraz, significa ver en realidad quienes somos son Dios y qué haríamos sin la gracia de Dios y al mismo tiempo también significa ver la verdad de Dios, es decir ver que nos ama por ser como somos, no a pesar de cómo somos, sino por ser como somos, su amor es amor de compasión.

Para ir por este camino, para dejarnos llevar por Dios en él, Dios nos deja ayudas, ejemplos de vida que pueden ayudarnos para caminar con paz y esperanza en el camino de las pruebas y de la purificación que nos corresponda. Es importante y de gran ayuda para nosotros mexicanos analizar la vida del más grande humilde y poderoso santo mexicano, y éste es San Juan Diego. Él, después de haber sido introducido a la vida del cristianismo, no había sido purificado aún en la verdad, y esto lo podemos constatar si analizamos un poco su historia.
Sabemos que San Juan Diego tuvo tres encuentros con María. Durante el primer encuentro, el iba muy animado a cumplir su misión, sin embargo, al paso de los rechazos, humillaciones y ante la falta de que el obispo le creyera, San Juan Diego se fue desanimando, y pasó esto a tal grado que quiso abandonar su misión, abandonar el camino, sacarle la vuelta a María e irse òr otro lado. Podemos comprobar que este es el camino hacia Dios, y que así nos pasa también a nosotros, a veces nuestras decisiones, aunque sean por un momento, pueden llevarnos a alejarnos del camino que Dios quiere para nosotros. Así nos dice el salmo de hoy, el hombre extraviado, cansado, necesita ser encontrado por Dios para regresar al camino, y esto fue lo que precisamente San Juan Diego experimentó en su vida y esto es lo que nos deja como ejemplo para que no nos desanimemos, ya todos sabemos que justo cuando San Juan Diego estaba yéndose por otro lado Dios lo socorrió enviando a María para corregirlo con la mirada de Amor de la Madre e indicarle qué es lo que debía hacer. Lo llama a tener paciencia, a confiar cuando ve su verdad, y esto no se lo enseña tanto con las palabras, que son hermosas, esenciales y las más consoladoras que una Madre pueda dar a un hijo, pero sobre todo se lo muestra con el hecho de que, justo cuando él huía, María le sale al encuentro y no le reprocha nada, sino que, lo mira con amor. Y es en este momento cuando San Juan Diego recibe la señal para el Obispo, y recibe las rosas, pero no sólo estas, recibe también el don de la fe y con esto María lo capacita para obrar como Dios esperaba de él, lo capacita para obrar correctamente y es cuando se obra el milagro y convence al obispo. Así que, hermanos, debemos tener la confianza que surge de la certeza de que María nos saldrá al encuentro todas las veces que sean necesarias para convencernos de que, las pruebas que vivimos, son una llamada de Dios, y nos son dadas para purificarnos, y en San Juan Diego podemos ver que, en medio de nuestros problemas y en los continuos encuentros con Ella, algún día recibiremos el don de la fe verdadera que nos capacitará para obrar en nuestra vida según lo que Dios espera de nosotros.

Terminada nuestras purificaciones, nuestras pruebas, podremos decir, como nos lo enseña el Evangelio: “ahora el Reino de Dios está más cerca, arrepintámonos y creamos en la Buena Nueva del Amor de Dios por nosotros, de la Salvación y de la compañía de Santa María de Guadalupe”. Pidamos también a nuestro hermano San Juan Diego nos ayude en este camino y que, como él, nos dejemos mirar por María y nos dispongamos a ver la verdad de nosotros mismos que Dios mismo nos muestra para recibir así el don de la Fe verdadera y actuar a favor de nuestros hermanos. Que así sea. 



Del Directorio Homilético


Primer domingo de Cuaresma
CEC 394, 538-540, 2119: la tentación de Jesús
CEC 2846-2949: “No nos dejes caer en la tentación”
CEC 56-58, 71: la Alianza con Noé
CEC 845, 1094, 1219: el Arca de Noé prefigura la Iglesia y el Bautismo 

CEC 1116, 1129, 1222: Alianza y sacramentos (especialmente el Bautismo) 
CEC 1257, 1811: Dios nos salva por medio del Bautismo 


San Juan Diego y el Acontecimiento Guadalupano
Reflexión para la Homilía del 04 de febrero de 2018,
Hacia los 500 Años del Acontecimiento Guadalupano

Libro de Job 7,1-4.6-7.
Salmo 147(146),1-2.3-4.5-6.
Carta I de San Pablo a los Corintios 9,16-19.22-23. 

Evangelio según San Marcos 1,29-39. 

Queridos hermanos:
La primera lectura me lleva a realizar una analogía entre la vida de Job y la vida de San Juan Diego. Ahora que estamos preparándonos hacia los 500 años del Acontecimiento Guadalupano, es importante para nosotros, el pueblo mexicano, dirigirnos a nuestras raíces cristianas y para esto nos será útil analizar la vida de nuestro querido santo y hermano San Juan Diego. Podemos ver por la historia que nuestro querido hermano San Juan Diego podría ser también quien hablara en lugar de Job. El libro de Job nos dice cómo él sufre una esclavitud en búsqueda de sombra, san Juan Diego, por la época en la que vivió, era tratado como esclavo por los españoles y seguramente necesitaba también un lugar de descanso. Santa María de Guadalupe le dice dentro del mensaje a san Juan Diego: ¿No estas bajo mi sombra y resguardo? Job se lamenta las noches de dolor, seguramente san juan Diego lloraba por la situación vivida de temor de ser escogido como ofrenda para los dioses y seguramente se acostaba pensando en cosas similares a las que se nos describe sobre Job. Job dice que su vida es un soplo, san Juan Diego dijo con diferentes palabras que era nada.
Con el Salmo de hoy también podemos ver, por analogía, que el mensaje que Dios nos da en el Acontecimiento Guadalupano está contenido en el Evangelio y lo refuerza:
Nos dice que el Señor reconstruye a Jerusalén y congrega a los dispersos de Israel, en el Acontecimiento Guadalupano, Dios, por medio de María reconstruye la paz y congrega a dos pueblos que se encontraban en conflicto, con gravísimos problemas.
Nos dice también el Salmo que el Señor sana a los afligidos y les venda las heridas, el mensaje de Dios por medio de Santa María de Guadalupe es el mismo, llama a cada uno por nuestro nombre, como María le dijo a san Juan Diego: “Juan Dieguito” para curarlo de sus aflicciones, penas y heridas y para capacitarlo para cumplir con su misión.
Incluso también, si analizamos el detalle del Salmo en donde nos dice que El Señor cuenta las estrellas, en el manto de Santa María de Guadalupe encontramos también estrellas. Y vemos también como el mismo Salmo celebra a nuestro Señor y nos dice que es grande y poderoso, y que su inteligencia no tiene medida, podemos ver la grandeza del milagro del Tepeyac en la tilma de San Juan Diego, milagro sostenido en el tiempo por el poder de Dios y nos dice también, justo como también lo hace María en el Acontecimiento Guadalupano que, eleva a los oprimidos y humilla a los malvados al polvo. En el Tepeyac Ella eleva la dignidad del indígena y al español le enseña a ser humilde haciéndole ver que el indígena es su hermano y es otro de igual dignidad que ellos.
En la segunda lectura, en la primera carta de San Pablo a los corintios, podemos ver que, así como a San Pablo le fue dada una misión, a san Juan Diego también se le otorgó la suya. Una vez que san Juan Diego fue libre por la libertad que le otorgó María al devolverle su dignidad

de hijo de Dios, San Juan Diego, siendo ya libre, como san Pablo, se hizo esclavo del mensaje para anunciarlo, para anunciar la Buena Noticia.
En el Evangelio hermanos vemos y comprobamos lo que San Juan Eudes dijo: “el corazón de Jesús y el corazón de María laten al unísono, porque donde está el Hijo está la Madre y donde está la Madre está el Hijo”. Y vemos pues que lo que se nos narra el evangelio de San Marcos es la acción de Jesús de curar enfermos, de sanarlos, de liberar a los endemoniados. Dios por medio de Santa María de Guadalupe realizó exactamente lo mismo en el Acontecimiento Guadalupano, y no solo en ese entonces, lo sigue Dios haciendo ahora y lo hará siempre. ¡Cuánta gente recurre a Santa María de Guadalupe para que sean curados de sus enfermedades, sanados de sus heridas, alejados de algún mal! Y Jesús, en el Evangelio nos dice que fue a otras ciudades para continuar haciendo lo mismo. Santa María de Guadalupe hace lo mismo, es conocida en todo el mundo y Ella es Madre no solo de nosotros los mexicanos, no solo de los Latinoamericanos ni siquiera tampoco solo de los de América del Norte, Ella es Madre de todos, es la Madre de Jesús y Madre de todos y cada uno de sus hijos, Ella nos llama, nos cura, nos sana y con esto nos capacita para poder hacer lo que Jesús nos pide.
Preparémonos cada día, de aquí al 2031, dirigiendo a Dios un agradecimiento especial por darnos a Santa María de Guadalupe y su mensaje. ¡No hay mensaje más consolador de María que éste!, ¡el de Guadalupe!, ¡el de la Madre que consuela y que nos pide por favor que nada nos turbe ni nos aflija!, no hay mensaje más consolador que este que nos dice que nos tiene, así como Job lo anhelaba y como escuchó San Juan Diego, bajo Su sombra y resguardo, no hay mensaje más alentador que el que la Madre nos diga: ¿Qué no soy yo la fuente de tu alegría?, ¿Tienes necesidad de alguna otra cosa?
Acudamos a Ella, vivamos en su Presencia, revestidos del mensaje plasmado en la tilma de san Juan Diego y con Ella, podremos comprender que lo más valioso de la vida cristiana es ser para el otro, es decir pidámosle nos ayude a querer ofrendar nuestras vidas junto con Jesús en manos de María por los demás.
Agradezcamos a Dios la presencia tan especial de Santa María de Guadalupe y pidámosle nos ayude con todos y cada uno de los problemas de cada mexicano. De esta forma nos iremos preparando hacia la celebración de los 500 años del Acontecimiento que fundó nuestra nación y de donde debemos rescatar nuestras raíces y nuestra identidad como hijos de Dios y de María.
Amén. 


Del Directorio Homiléteico

Quinto domingo del Tiempo Ordinario
CEC 547-550: las curaciones, signo del tiempo mesiánico 

CEC 1502-1505: Cristo, el que cura
CEC 875, 1122: la necesidad de la predicación 

Santa María de Guadalupe nos ayuda a abrirnos al Espíritu Santo que Dios nos envía

Santa María de Guadalupe nos ayuda a abrirnos al Espíritu Santo que Dios nos envía Reflexión para la Homilía del 26 Mayo de 2019 Tiempo...