El Amor maternal de Dios expresado a través de Santa María de Guadalupe Madre del verdadero Dios por quien se vive.



El Amor maternal de Dios expresado a través de Santa María de Guadalupe Madre del verdadero Dios por quien se vive.
Reflexión para la Homilía del 31de diciembre de 2017,

Fiesta de la Sagrada Familia: Jesús, María y José, vísperas de la solemnidad de Santa María Madre de Dios Hacia los 500 Años del Acontecimiento Guadalupano 
Libro de Génesis 15,1-6.21,1-3.
Salmo 105(104),1b-2.3-4.5-6.8-9.
Carta a los Hebreos 11,8.11-12.17-19. 

Evangelio según San Lucas 2,22-40.

Hermanos:
Hoy celebramos el fin de Año y celebramos también la fiesta de la Sagrada Familia.
Hemos estado reflexionando sobre el misterio de la Encarnación de nuestro Señor, y llega el tiempo

de felicitar María nuestra Madre por el nacimiento de su Hijo. Mañana 1ero de enero celebraremos la
solemnidad de Santa María Madre de Dios.
En la primera lectura del libro del Génesis vemos la importancia de la fe. Lo primero que el Señor le dice a Abrán en la visión es: “no temas”... “yo soy tu escudo” y, después le hace una promesa que parecía humanamente no poder cumplirse, le promete tener una gran descendencia, como las estrellas del cielo, y Abrán le cree y por haberle creído su esposa Sara quedó embarazada a pesar de su vejez.
El Salmo nos invita también a recurrir a ese poder del Señor, a buscar su rostro sin descanso y a recordar sus maravillas, nos dice también que el Señor recuerda su alianza eternamente.
En la segunda lectura, en la carta a los Hebreos, leemos nuevamente la importancia de la fe en el poder de Dios. Nos dice que por la fe Abrán tuvo una gran descendencia, que, por la fe, Sara concibió a un Isaac en la vejez, y fue porque tuvieron fe en el poder de Dios. Tuvieron fe en que Dios podría cumplir lo que les prometió.
Asimismo, en el Evangelio nos encontramos una vez más con el poder de Dios en cumplir la promesa hecha al anciano Simeón de que no moriría sin haber visto la salvación. Y cuando vio a Jesús, lo tomó en sus brazos y dijo entonces que ya podría morir en paz.
En todas las lecturas de hoy una de las cosas que Dios nos dice es esta: confiemos en su poder, creamos en sus promesas, porque Dios es siempre fiel. Confiemos en el poder que Dios tiene para cambiar lo que nosotros no podemos, confiemos en su promesa en la que nos dijo que El estaría con nosotros hasta el fin del mundo, confiemos en el amor maternal de Dios expresado a través del amor de María a quien celebramos mañana como Madre de Dios, confiemos en que, aunque a veces no lo sintamos, nunca estamos solos, confiemos en el poder que Dios tiene para salvarnos de nuestras debilidades y fragilidades. Confiemos en el poder de Dios al permitir cosas en nuestra vida que nosotros no entendemos. Confiemos que tiene el poder de resolver nuestros problemas de la manera no en la que esperamos sino la que más nos conviene. Si creemos en esto, por la fe, Dios podrá darnos aquello que más nos conviene para nuestra verdadera felicidad y para nuestra salvación.
Otra enseñanza del Evangelio la podemos sacar reflexionando de las palabras del anciano Simeón a María: “A ti una espada te atravesará el alma”. En este tiempo de Adviento que termina, la Iglesia concentra su atención sobre María, sobre el misterio del amor de Dios expresado por María. Comenzamos por el misterio de la Encarnación: La Encarnación es un momento que nos muestra que Dios quiere tener un cuerpo humano, el verdadero Dios por quien se vive, quiere hacerse hombre y, para hacerse hombre El pide con la humildad por medio del Arcángel Gabriel a María ser la Madre de la divina humanidad del Señor. ¡Y vemos la humildad de Dios!, el Creador de todo condiciona ser verdadero hombre a la respuesta de María. Es difícil para nosotros comprender tanta humildad de Dios y de María al ver también cómo Ella responde humillándose delante del Señor, sabemos que sobre la humildad de María siempre se puede
page1image33992 page1image34152 page1image34312 page1image34472 page1image34632

hablar mucho pero nunca entenderemos la grandeza de esta humildad. En el cántico de María, en el Magníficat, María habla sobre su humildad. También sabemos que María desde el principio de su vida ofrecía todo al Señor, y vemos una vez más que, en el momento de la Anunciación Ella responde ofreciendo todo a Dios, ofrece todo con todas las consecuencias que implican este acto de ofrecimiento. Estas consecuencias las conocemos por ejemplo por medio de lo que dice el anciano Simeón en la lectura del Santo Evangelio de hoy. Pero, sobre todo podemos ver una de las consecuencias de su ofrecimiento por la dolorosa pasión del Señor que también fue la dolorosa pasión de María, podemos ver también estas consecuencias en sus siete dolores. Pero, como María es también Madre nuestra, Ella también sufre las consecuencias de ser nuestra Madre y sufre por los dolores relacionados con la familia de su Hijo, que somos nosotros. Sufre por los cristianos que sufren el martirio, los que sufren por causa de sus propios pecados, etc. Pero, para entender el plan divino relacionado con María, nosotros como mexicanos podemos mirar a San Juan Diego. San Juan Diego, cuando recibe la llamada, la invitación de María, tiene ya 57 años. Es un señor mayor, un señor quien tiene ya una historia de vida con sus propias experiencias, sus propias heridas. Sabemos que San Juan Diego vivió antes de los españoles muchas humillaciones. El tenía una baja posición social y por esto también recibía muchas humillaciones, luego cuando llegan los españoles y conquistan nuestras tierras, él se siente mucho más humillado y mucho más herido porque algunos teólogos de esa época, pensaban que los indígenas no tenían alma. Esto es un absurdo, pero si algunos teólogos pensaban así, ¿qué podrían pensar los soldados españoles que no conocían bien la doctrina de la Iglesia? Seguramente miraban a los habitantes de esta tierra desde una posición superior pensando que estas personas probablemente, al no tener alma, eran como si fueran animales. Por eso San Juan Diego fue mucho más humillado y herido por los españoles. Después el recibe la invitación de pertenecer a la Iglesia, de ser miembro de la familia cristiana, y esto es para él una invitación a una nueva vida, a conocer y a vivir la doctrina de la Iglesia, el Evangelio, las Sagradas Escrituras. Se le presentan a él nuevas perspectivas, pero estas perspectivas chocan con la realidad de la vida cristiana de los cristianos de esta época quienes conocen la teoría, pero no lo ponen en la vida práctica, entonces, san Juan Diego es de nuevo herido y desanimado. Y en este momento se aparece María y él de repente se encuentra ante un purísimo Amor. Se encuentra de repente ante María, quien lleva en su seno al Salvador del mundo y quien expresa de forma pura la belleza del amor de Dios. Y San Juan Diego entonces se anima y se siente seguro de que es amado, y quiere hacer lo que María le pide. San Juan Diego, de ser una persona insignificante, porque vemos que lo expresa en el Nican Mopohua al decir que él es nada, se vuelve un mensajero, se vuelve el mensajero de la Madre de Dios, mensajero del Hijo de María.
Hermanos, así puede pasarnos a nosotros, podemos encontrarnos desanimados muchas veces por los problemas que enfrentamos, por las enfermedades, por los problemas económicos, por los problemas de un hijo, de un padre, los problemas de la sociedad, de México. Pero, si como san Juan Diego, dejamos que María nos encuentre, nos encontraremos ante el Amor puro de Dios expresado a través de María. Su mirada puede darnos ese ánimo que necesitamos para seguir adelante, María puede transformarnos con el Amor de Jesús que trae en su vientre. Recordemos siempre, cuando estemos desanimados, que San Juan Diego vivió varias veces lo mismo, recordemos que María lo miró con Amor, con el Amor de Dios, recordemos que esto fue lo que le dio ánimo para seguir adelante y dedicarse a transmitir durante 17 años el mensaje de Dios por medio de María.
Hoy que es día de la sagrada Familia, encomendemos nuestras familias a la familia de Nazareth. Encomendemos nuestras familias y todas las familias mexicanas, en vísperas de la solemnidad de la Madre Dios, a nuestra Madre; pidámosle a San Juan Diego nos enseñe a entregarnos a María, a dejarnos mirar por Ella así como él lo hizo, para que, recibiendo la mirada del Amor puro de María podamos transmitir esa misma mirada de Amor de Dios a nuestros hermanos. 



Del Directorio homilético


Sagrada Familia
CEC 531-534: la Sagrada Familia
CEC 1655-1658, 2204-2206: la familia cristiana, una Iglesia doméstica 

CEC 2214-2233: los deberes de los miembros de la familia
CEC 529, 583, 695: la Presentación en el Templo
CEC 144-146, 165, 489, 2572, 2676: Abrahán y Sara, modelos de fe 

La humildad de Dios y de María nos ayuden a celebrar de mejor manera esta Navidad

La humildad de Dios y de María nos ayuden a celebrar de mejor manera esta Navidad
Reflexión para la Homilía del 24 de diciembre de 2017, Cuarto Domingo de Adviento
Hacia los 500 Años del Acontecimiento Guadalupano


Segundo Libro de Samuel 7,1-5.8b-12.14a.16. 
Salmo 89(88),2-3.4-5.27.29.
Carta de San Pablo a los Romanos 16,25-27. 

Evangelio según San Lucas 1,26-38.


En esta Navidad las lecturas nos traen una gran reflexión. En la Primera Lectura el profeta Samuel nos narra que el Señor envía a Natán a decirle al rey David lo siguiente: “... ¿Eres tu quien me va a construir una casa para que viva en ella?... He estado contigo en todas tus campañas, he derrotado en tu presencia a todos tus enemigos; y yo haré que tu nombre sea como el de los grandes de la tierra; te daré paz con todos tus enemigos..., tu trono será estable para siempre...” Vemos en este parrafito que Dios pide que se le construya una casa. Tal cual como también sucedió con el mensaje de Santa María de Guadalupe a San Juan Diego. Valdría la pena que reflexionáramos entonces sobre lo que Dios nos dice a cada uno de nosotros por medio de estos mensajes y, podríamos preguntarnos a manera de reflexión: “¿Acaso no nos estará pidiendo a cada uno de nosotros que le construyamos una casa en nuestro corazón?, o, en otras palabras: ¿no nos estará pidiendo que le construyamos una casa abriéndole todo el espacio de nuestra vida interior?, ¿no será que nos pide que lo invitemos a vivir en nuestra vida de manera más plena? El Señor también nos dice que Él ha estado con nosotros en todo lo que hemos emprendido, en todas nuestras actividades, nuestros trabajos, en toda nuestra vida, etc., nos dice que ha derrotado a nuestros enemigos y que nos concede la paz con todos ellos. ¿Cómo no pedirle entonces que nos ayude a que Él ocupe más espacio en la casa de nuestra vida interior, de nuestro corazón? El mismo Señor nos lo está pidiendo también a través del mensaje de Santa María de Guadalupe.
El Salmo de hoy nos habla también de la fidelidad de nuestro Señor, de la seguridad, el consuelo y la paz que nos brinda el amor de Dios que se mantendrá eternamente. Si tal es el amor de Dios por cada uno de nosotros, ¿no querremos construirle rápidamente la casa de nuestro corazón que Él nos pide por medio de María para que El habite en ella?
En la carta a los Romanos San Pablo nos invita a exclamar la gloria a Dios, gloria que se manifiesta revelando el misterio que había sido guardado en secreto y que fue dado a conocer a todas naciones para llevarlas a la obediencia de la fe. Y nos llena de alegría invitándonos a dar gloria a Dios por Jesucristo y a obedecerlo por la fe que nos fue dada.
En la Lectura del Santo Evangelio San Lucas nos relata el misterio de la Anunciación, nos relata la humildad de María con la aceptación del plan de Dios, esta humildad de María con seguridad no logramos comprender del todo porque es grande, pero también podemos constatar en este Misterio de la Encarnación, la gran humildad de Dios. Dios hace depender su Encarnación del Sí de María, se somete a la libertad de su criatura y esto es algo grandioso, inimaginable para nuestra mente. Todo un Dios se somete y hace depender su plan de Salvación al Sí de María. Condiciona su Encarnación a la libertad de María.

Abramos nuestro corazón al mensaje del Señor que nos llama también a la humildad. Él nos da el ejemplo primero, después tenemos el ejemplo de María, quien habla en el Magnificat de su humildad, nos dice que Dios mira la humillación de su persona, ella misma se llama esclava.
Los invito a darle a Jesús su regalo en esta Navidad de ir a nuestro interior y descubrir cuánta humildad nos hace falta. Los invito a que nos quitemos las máscaras y nos veamos tal cual somos delante de Dios, les invito a humillarnos como María vivió ante el Padre del Cielo. Pidámosle también a San Juan Diego, nuestro santo patrono, ejemplo especial para nosotros mexicanos que, así como seguramente descubrió su falta de humildad cuando quiso escaparse de su misión, cuando quiso darle la vuelta a María por la enfermedad de su tío y por los problemas de tantas humillaciones recibidas, nos ayude a entregarnos al servicio de Dios y de María, que nos ayude a aceptar nuestra verdad y la verdad de que María nos sale al encuentro incluso cuando nosotros queremos huir de nuestras responsabilidades.
Con seguridad a todos nos pasa o nos ha pasado que, cansados por el peso de la vida y por nuestros problemas queremos a veces como dice el dicho “tirar la toalla” y esto es querer dar la vuelta a lo que Dios nos pide. Pero, volteemos a ver más a María, quien nos sale al encuentro incluso cuando nosotros queremos huir. Dejémonos mirar por Ella como lo hizo San Juan Diego, y él bajo Su mirada, fue transformado. María no lo regañó, no los castigó por querer huir, al contrario, lo animó con su mirada de amor y de ternura. Así Dios nos mira a todos, así nos mira la Madre de Dios Santa María de Guadalupe.
Demos gloria a Dios por esto, llenémonos de alegría en esta Navidad por que Dios nos dio a su Hijo por medio de nuestra Madre, agradezcamos también la presencia de San José y celebremos junto con ellos, con los santos y con los ángeles del Cielo este día en el que Dios se hizo hombre para salvarnos.
Feliz Navidad 

DEL LDIRECTORIO HOMILETICO

CEC 484-494: la Anunciación
CEC 439, 496, 559, 2616: Jesús es el Hijo de David 
CEC 143-149, 494, 2087: “La obediencia de la fe” 

Santa María de Guadalupe nos enseña a esperar el nacimiento del Salvador quién nos trae la alegría y el consuelo de la Salvación.
Reflexión para la Homilía del 17 de diciembre de 2017, Tercer Domingo de Adviento
Hacia los 500 Años del Acontecimiento Guadalupano

Libro de Isaías 61,1-2a. 10-11. Salmo Lucas 1:46-50, 53-54
I Tesalonicenses 5:16-24 Evangelio según San Juan 1:6-8, 19-28



Hermanos:
Hoy nos reunimos en torno a la Palabra hecha carne y a la Mesa del Señor para vivir el Tercer Domingo de Adviento. ¡Cuánta esperanza y alegría nos otorgan las lecturas de hoy!
En la Primera Lectura el Profeta Isaías nos relata la misión y vocación del profeta que es anunciar quién es la Palabra y cómo viene sanar a los de corazón destrozado, a proclamar la liberación, a dar libertad, a consolar a los que sufren. También nos relata cómo el Señor siempre llena de gozo y cómo Dios colma de alegría y nos lo muestra con las palabras: “el Señor nos viste con el traje de la Salvación”. ¡Qué gran esperanza, qué alegría inmensa nos contagia el profeta con sus palabras! Estas palabras del anuncio de la liberación, de la salvación, podemos compararlas con las palabras de Dios expresadas con todo Su amor maternal a través del mensaje de Santa María de Guadalupe. Ella se aparece con el cinto sobre su vientre, señal de que está embarazada, de que espera y de que nos trae al Salvador. Ella se aparece para darnos el mismo mensaje de liberación, de esperanza, de alegría, de consuelo, de la salvación que vienen con el nacimiento de Su Hijo. Este es el Adviento: esperar con alegría la venida de nuestro Señor que viene a salvarnos de nuestros pecados, del mal, la alegría de que viene a abrirnos nuevamente las puertas del Cielo. Nuestra Madre Santa María de Guadalupe nos trae el mismo mensaje que Dios quiere darnos y nos comunica a través de la lectura del profeta Isaías.
Por eso el Salmo de hoy que es tomado de San Lucas nos presenta el Magníficat, un encuentro entre dos madres y entre dos hijos lleno de alegría y pleno de agradecimiento porque ven cumplidas las promesas de liberación y consuelo del Señor.
En la segunda lectura San Pablo nos sigue invitando a gozar de la alegría con la venida de Jesús, de nuestro Señor que nos libera de todo mal. Esta lectura nos ofrece cuatro claves para prepararnos para vivir verdaderamente el Nacimiento de Jesús en nuestros corazones y en nuestras vidas. Nos dice:
1.- Estar siempre alegres, 2.- Oren en todo momento 3.- Den gracias por todo 4.- Apártense de todo mal
De esta manera, esforzándonos en los puntos anteriores Dios nos ayudará a vivir como auténticos cristianos para que nos encontremos preparados en cuerpo y alma para la venida de nuestro Señor Jesucristo. En este tiempo de espera para celebrar la Navidad, en esta última semana que nos queda, sería bueno intentar vivir con mayor esfuerzo los cuatro puntos anteriores, éste será un buen regalo para Jesús en su cumpleaños, en esta Navidad. Fíjense como San Pablo dice al final de la lectura: El que los llama a esto es fiel y cumplirá su Palabra. Si nosotros intentamos seguir los consejos que San Pablo nos da, Dios nos concederá estar bien preparados para recibirlo esta Navidad y dar los frutos que El mismo espera de nosotros. Nosotros solos no podemos prepararnos bien, pero Dios nos envía a su Espíritu Divino, nos invita a no despreciarlo, a aprovecharlo, también nos da a una Madre llena del Espíritu Santo para ayudarnos y guiarnos
En la lectura del Santo Evangelio San Juan nos comunica el hecho de que Dios envía a Juan el Bautista para preparar el camino de la venida de Jesús, nos explica cómo al principio la Palabra, quien es Jesús ya existía desde siempre y que estaba junto a Dios y que la Palabra era Dios, nos hace saber que todo fue creado por Él y para Él, que la vida está en Él, que Él es la luz y que la luz resplandecerá en la oscuridad y que ésta no podrá sofocarla. Nos dice que San Juan el Bautista no es la luz sino testigo de la luz y es a Jesús a quien anuncia.
Así mismo podemos pensar por analogía de María, nuestra Madre no es la Luz sino testigo de la Luz, Ella nos anuncia que ya viene el Salvador, Ella nos ilumina porque está tan unida a Jesús, que nos transmite la propia luz del Salvador. De manera particular en México y para el mundo con el mensaje del Tepeyac nos da ese mismo mensaje de esperanza, de liberación, de nacimiento, de consuelo, de alegría, de armonía, de orden, de claridad, de paz.
Pero siguiendo con la lectura del Evangelio, leemos en ella que los judíos enviaron una comisión de sacerdotes y levitas para preguntarle a san Juan el Bautista quién era, y éste les respondió que era la voz que clama en el desierto invitando a rectificar el camino, a estar preparados. Vemos pues, hermanos que es de suma importancia prepararnos para la venida del Señor. Esto habría que hacerlo no sólo en el tiempo de Adviento sino siempre. Pero ahora que estamos en este tiempo litúrgico, intentemos aprovechar la oportunidad de seguir los consejos que Dios mismo nos da a través de las lecturas de hoy. Dios mismo nos otorga las gracias y la ayuda necesaria para poder vivirlo.
Recordemos que nosotros siempre debemos intentar, una y otra vez, si caemos debemos levantarnos, reconciliarnos con Dios y volverlo a intentar siempre. Debemos hacer el esfuerzo para lograrlo. Sabemos que somos débiles, pequeñitos, como lo era San Juan Diego, pero él aprovechó muy bien el don de la Madre y, si nosotros también aprovechamos el don de Santa María de Guadalupe, de nuestras Madre, y acogemos el consejo de Dios por medios de las palabras maternales de María, si seguimos también los consejos de San Pablo, los cuatro puntos ya mencionados:
1.- Estar siempre alegres, 2.- Oren en todo momento 3.- Den gracias por todo 4.- Apártense de todo mal
si de verdad tratamos de vivirlo y acudimos a Ella, María, como buena Madre nos ayudará a alcanzar las gracias que Dios nos promete, las gracias de encontrarnos preparados para recibir la Salvación.
Pidamos pues a Ella, también a San Juan Diego, quien supo entregarse a María y dejarse guiar por Ella, seamos dóciles al Espíritu Santo quien siempre nos invita a estar preparados para encontrarnos con Cristo en cada momento de nuestra vida.

Vivamos esta Navidad en la espera del nacimiento de Jesús en nuestras vidas, en nuestra familia, en nuestro corazón, pidámosle que nos otorgue la gracia de convertirnos más a Él para que Él viva más en nosotros y podamos con Su Amor amar a nuestros hermanos.
Que así sea. 
_____________________
Del directorio homilético:

Tercer domingo de Adviento
CEC 30, 163, 301, 736, 1829, 1832, 2015, 2362: el gozo 

CEC 713-714: las características del Mesías esperado 
CEC 218-219: el amor de Dios por Israel
CEC 772, 796: la Iglesia, esposa de Cristo 


Santa María de Guadalupe nos ayuda a preparar el camino para recibir al Señor
Reflexión para la Homilía del 10 de diciembre de 2017, Segundo Domingo de Adviento
Hacia los 500 Años del Acontecimiento Guadalupano
Libro de Isaías 40,1-5.9-11.
Salmo 85(84),9ab-10.11-12.13-14.
Epístola II Carta de San Pedro 3,8-14.
Evangelio según San Marcos 1,1-8.
Hermanos:
Estamos en el Segundo domingo de Adviento, en la espera de celebrar el nacimiento de nuestro Salvador y, claramente las lecturas nos ayudan a darnos cuenta de la importancia tan grande que tiene el estar preparados para vivir la venida del Señor.
            En la Primera lectura el profeta Isaías anuncia que pronto vendrá la liberación, habla del consuelo que se recibe después de haber pagado una condena o de haber sufrido las consecuencias de alguna mala decisión o de algún mal acto y el consuelo que se recibe después de haber recibido el perdón. Nos anuncia con gran esperanza el plan para nuestra salvación a causa de nuestros pecados.
            Esta invitación a estar preparados que recibimos en la Primea lectura es clara, y en esta lectura nos explica también la forma en la que Dios nos hace llegar la salvación. La salvación siempre tiene como punto de partida el Amor. Dios se nos adelanta y nos precede siempre, Él toma la iniciativa para salvarnos y con su Amor quiere darnos la confianza que se necesita para que aprovechemos la Redención. Sí, y es que Él ya nos salvó del mal, de nosotros mismos, de nuestras fragilidades, de nuestros pecados, nos salvó con el Sacrificio de su vida, y si ya nos salvó, entonces sólo falta que aprovechemos lo que ya hizo por nosotros. ¿Cómo lo podemos aprovechar?: Dios con estas lecturas quiere comunicarnos la paz que surge de sabernos amados por su Amor Misericordioso para que, una vez convencidos de su amor no nos cueste trabajo reconocer delante de Él nuestras culpas, queramos así acercarnos con confianza a la reconciliación con Él por medio del Sacramento de la Reconciliación y, viviendo de este sacramento del amor aprovechemos la Redención. Después de haber sufrido las consecuencias de nuestros actos y una vez confesado nuestras culpas experimentemos ese consuelo que viene de sabernos no sólo perdonados, sino que, recibiremos el consuelo de que somos perdonados porque somos amados. Si experimentamos el amor y el perdón de Dios, reconoceremos que es Dios mismo quien amorosamente nos reúne ante su Presencia y Quien nos lleva en sus brazos.
De igual manera en el salmo vemos como Dios promete darnos la paz que surge de sabernos amados para que, una vez conociendo la paz que viene del Señor no vayamos a buscar otra cosa, no vayamos tras los ídolos. Estos ídolos pueden ser muchas cosas: por ejemplo, el querer tener mejores cosas no está mal, sin embargo, si este deseo es tan grande que no me permite valorar lo que ya tengo y me quita la paz, esto pudiera ser signo de que lo que busco se está volviendo un ídolo para mí. En este mismo sentido, ídolos también puede ser mi propia persona, por ejemplo, si busco de manera excesiva cuidar la imagen que tengo ante los demás o el que me importe mucho cómo me ven los otros y esto me quita la paz, entonces yo mismo me vuelvo mi propio ídolo, también pueden ser otras muchas cosas como el deseo de que me suban de puesto, una casa más grande, el querer tener una relación con alguna persona de manera obsesiva, el querer que mi familia sea diferente a como Dios me la dio, etc. Puedo hacer un ídolo de cualquier cosa, situación o persona que yo ponga entre Dios y yo y que me haga poner el corazón más en eso que quiero que en el Amor de Dios y su Salvación por mí.
En la Segunda Lectura San Pedro nos recuerda que Dios tiene paciencia con nosotros y que la promesa de su segunda venida no se cumple de inmediato porque no quiere que nadie perezca, quiere que todos nos salvemos y por eso nos tiene mucha paciencia además, para Dios no hay tiempo, Él vive en un presente eterno y por eso nos explica que delante del Señor un día es como mil años y mil años como un día y por esto nos exhorta a que nuestra conducta sea santa y piadosa esperando y acelerando la venida del Señor. Fijémonos en esto: esperando y acelerando la venida del Señor. Nos exhorta a que mientras esperamos la venida del Señor procuremos vivir de tal manera que nos encuentre en paz, sin mancha ni reproche. Esto debemos procurar siempre, porque no sabemos el día en qué vendrá ni la hora, pero además porque si vivimos así, como nos lo pide, aceleramos la venida del Señor. ¡Qué importante es entender, pero sobre todo vivir este consejo de San Pedro! Pero muchos pueden pensar: “yo me equivoco a cada rato”, “caigo una y otra vez”, ¿cómo vivir en paz y estar sin mancha para que cuando venga el Señor no encuentre en mí mancha ni reproche? Dios siempre, ante nuestra miseria, fragilidad y pecados, se nos adelanta y por eso nos invita primero a confiar en su Amor, Amor que se anticipa ante nuestra verdad de ser pecadores, Amor que, mediante entregar Su vida en la Cruz, nos salva. Si vivimos de la Salvación hecha por amor, no tendremos miedo de confesar nuestras culpas, y recibiremos el consuelo que surge del perdón del Señor. No tengamos miedo nunca de confesar nuestros pecados: ¡Dios ama perdonarnos, Dios perdona siempre!
Así vemos también que en la lectura del Santo Evangelio San Marcos nos recuerda cómo San Juan Bautista ayudaba a que la gente preparara el camino para la venida de Jesús. Los invitaba a convertirse y a estar preparados para recibir el perdón de los pecados, después los bautizaba. Así también nosotros recibimos esta invitación de preparar el camino para celebrar la Navidad, celebrar la fiesta del nacimiento de Dios quien se hizo hombre por amor para salvarnos. Nos podemos preparar haciendo una buena confesión, acercándonos al perdón de manera inmediata en que nos damos cuenta que lo necesitamos, de esta manera nos invita a que no dejemos mucho tiempo sin estar en la paz del Señor y mientras más vivimos intentando no tener mancha mediante la confesión frecuente, sin duda Dios nos encontrará viviendo de la paz que nos otorga su perdón y estaremos acelerando la venida del Señor a nuestro corazón, a nuestra familia, a nuestro entorno, a la Iglesia, al mundo.
Ayer celebramos a San Juan Diego, el santo más grande de México y el próximo 12 de diciembre celebramos a nuestra Madre Santa María de Guadalupe. Dios nos expresa su Amor maternal por medio de María, por medio del mensaje del Tepeyac. Demos gracias a Dios por este regalo que hizo de Su Madre como Madre nuestra. Cuando veamos nuestras fragilidades y nuestras faltas, nuestras caídas y pecados, recordemos que con el pecado original la naturaleza humana se enfermó y que en cierta forma es normal que yo caiga, sin embargo, cuando un hijo está enfermo, pues necesita más cuidados de su mamá. Así que, si Dios nos muestra nuestra enfermedad por medio de nuestras caídas, recordemos que Dios nos dio a una Madre para que la tengamos cerca, para que nos cuide y para que nos ayude a sanar. Aprendamos a agradecerle a Dios este regalo que Dios a México de tener tan cerca a Su y nuestra Madre, pidámosle a Dios por medio de Ella nos sane, nos cure para que podamos preparar el camino y recibir el Señor. Cuando veamos nuestras caídas confiemos en lo que Ella nos dice: ¿Qué no estoy yo aquí que soy tu Madre? Ella nos ayudará a prepararnos para recibir al Señor en esta Navidad y siempre.
Esperemos pues la venida del Señor preparándonos, intentando vivir de la paz que surge de sabernos perdonados, salvados. Aprovechemos el Sacrificio que ya hizo por nosotros, aprovechemos todas las ayudas que Dios nos da para vivir en su paz como son los sacramentos y la oración. Aprovechemos la ayuda de nuestra Madre Santa María de Guadalupe, quien verdaderamente supo esperar al Salvador. Pidámosle nos haga capaces de estar esperando y de estar preparados a que el Señor venga a nuestro corazón todo el tiempo. Que nos ayude a que este tiempo de adviento esté lleno de los preparativos de nuestras almas para que el 25 de diciembre vivamos el nacimiento de Jesús plenamente en nuestro corazón y que de esta manera la alegría se desborde hacia el exterior y la comuniquemos a nuestros hermanos.


Así sea.


________________

Del Directorio Homiletico

CEC 522, 711-716, 722: los profetas y la espera del Mesías 
CEC 523, 717-720: la misión de Juan Bautista
CEC 1042-1050: los cielos nuevos y la tierra nueva

La importancia de vivir en la doble verdad y de entregarse a María

La importancia de vivir en la doble verdad y de entregarse a María
Reflexión para la Homilía del 3 de diciembre de 2017, Primer Domingo de Adviento

Hacia los 500 Años del Acontecimiento Guadalupano

Libro de Isaías 63,16b-17.19b.64,2b-7. 
Salmo 80(79),2ac.3b.15-16.18-19. 
Carta I de San Pablo a los Corintios 1,3-9. 
Evangelio según San Marcos 13,33-37.


Hermanos:
En la Primera lectura, el profeta Isaías nos recuerda que somos arcilla y que Dios es nuestro alfarero, Él es nuestro hacedor, nuestro creador y todos somos obra de sus manos.
También Isaías nos presenta en esta lectura una doble verdad,
  1. 1)  la primera es la verdad de que nosotros somos frágiles y muy débiles pecadores,
    habla muy fuerte diciendo que toda nuestra justicia es como un trapo sucio y,
  2. 2)  la segunda verdad es la de que Dios es un Padre, que nos salva de nuestros propios pecados, de nuestras rebeldías contra Él, de nuestras impurezas; Él nos salva, Él
    es Quien nos redime de todo el mal en el que caemos y del mal que hacemos.
A partir de esto pudiera surgir en nosotros la pregunta: si Dios es todo poderoso y bueno, si Él nos hizo y nosotros somos débiles pecadores, ¿por qué a veces parece como si nos abandonara a nuestras debilidades?, ¿por qué parece como si no hiciera nada para evitar nuestras caídas? Y la respuesta es: somos libres y, en el ejercicio de nuestra libertad muchas veces nos equivocamos porque nuestra naturaleza humana está enferma por el pecado, y caemos. Sin embargo, Él nunca nos abandona, nos deja Su ayuda especialmente a través de los Sacramentos y por eso necesitamos acudir a Quien nos salva de la manera que Él nos propone, y Él nos propone acercarnos a la gracia por medio de los Sacramentos y por medio
de la oración.
Ver esta doble verdad, aceptar esta doble verdad, vivir en esta doble verdad, la verdad
de quiénes somos nosotros en realidad delante de la verdad de Quién es Dios, es la clave de la santidad. Vivir conscientes de quienes somos, delante de Quién es Dios nos ayudará comprender y a querer decir junto con el Salmo de hoy: “que tu mano sostenga al que está tu derecha, al hombre que tú fortaleciste, y nunca nos apartemos de ti: devuélvenos la vida e invocaremos tu Nombre”. Esto es verdad, sólo si Dios nos sostiene, entonces no caeremos ni nos alejaremos.
Corroboramos esto también en la Segunda Lectura de la Primera Carta de San Pablo a los Corintios. Dios nos da sus gracias a través de su Hijo Jesús, a través de la Redención y nos da la garantía de que, si estamos con Él y si vivimos en comunión con Él, Él mismo nos mantendrá firmes hasta el fin, para que seamos irreprochables en el día de su venida.
Sólo Dios es Quien puede mantenerlos irreprochables, esto no lo podemos lograr nosotros con nuestras propias fuerzas, no debemos confiar en nosotros mismos, sino que debemos confiar en Dios porque Él es fiel, y Él nos llamó a vivir en comunión con su Hijo Jesucristo. Así es que si vivimos en comunión con Jesús podemos confiar en que Él mismo nos fortalecerá para no caer.
Quiero recalcar que de verdad es muy importante vivir en esta doble verdad y, sería bueno intentar tenerla presente lo más posible cada día:
  1. 1)  Nosotros somos débiles y pecadores, pero
  2. 2)  Dios nos ama y nos salva por medio del sacrificio Redentor de Su Hijo.
page1image31224 page1image31384

Vivir en esta doble verdad nos puede llevar a lo que describe San Marcos en la lectura del Santo Evangelio en donde Jesús nos invita a estar prevenidos. Vivir en esta doble verdad nos hará estar alertas y estar prevenidos, porque si nos reconocemos pecadores, buscaremos la Reconciliación con Dios y Jesús nos reconciliará con el Padre. Y esto es estar prevenidos para el día en el que el Señor nos llame. No nos vaya a suceder, nos dice Jesús, que cuando venga Nuestro Señor, o cuando Dios nos llame a Su Presencia, nos encuentre dormidos, nos encuentre en el pecado, en la lejanía de Dios y de sus consejos. No vaya a ser que no vivamos en la verdad de que necesitamos ser salvados por Él, porque si no reconocemos que necesitamos la Salvación, podemos desperdiciar la propia Salvación. Debemos estar prevenidos ante la llegada de nuestro Señor como nos dice Jesús.
¿Qué podemos hacer para ser conscientes de nuestra verdad delante de la verdad de Dios? ¿Qué podemos hacer para estar prevenidos? ¿Qué podemos hacer para vivir en la verdad de que necesitamos ser salvados siempre? Dios nos deja una ayuda muy importante, nos deja a María quien, como buena Madre, sabe cómo enseñar a sus hijos.
Además de que María fue la primera criatura que imitó a nuestro Señor, María conoce perfecto el camino de la verdad, Ella siempre vivió en la verdad de que fue salvada incluso anticipadamente. Ella sabía que Dios la previno de caer permitiendo que naciera sin pecado original. El 8 de diciembre, celebraremos precisamente la fiesta de la Inmaculada Concepción, inmaculada significa: “sin mácula”, esto es “sin mancha” pero esto fue posible gracias a las gracias de la Redención que anticipadamente la salvó incluso del pecado original. Después, el 9 de diciembre celebraremos la fiesta de San Juan Diego. San Juan Diego, quien siguió las huellas de María, se dejó guiar por Ella, se entregó a Ella, él es un gran ejemplo para nosotros mexicanos. María, Santa María de Guadalupe le dijo que en sus brazos no tendría que preocuparse de nada más.
Hermanos, imitemos nosotros a San Juan Diego quién, después de reconocer su verdad, de aceptarla, de vivirla, de saberse incapaz de cumplir con la misión, de vivir su propia rebeldía, de reconocer que intentó sacarle la vuelta a Santa María de Guadalupe en el cerro del Tepeyac, fue capaz de entregarse a María y en Ella entregarse a Jesús. De esta forma San Juan Diego, en los brazos de María, se mantuvo viviendo en la verdad de su fragilidad e incapacidad para hacer lo que Dios le pedía, pero también entregado a María pudo dedicar todo el resto de su vida, compartiendo el Acontecimiento Guadalupano, compartiendo el mensaje más importante en toda la historia de nuestra nación. San Juan Diego, entregado a María fue capaz de imitarla, fue capaz de ofrendar su vida por el mensaje divino. Imitémosle a él, entreguémonos a María para que seamos capaces de desear dar nuestra vida como ofrenda, así como lo hizo San Juan Diego. Santa María también ofreció su vida como Madre nuestra para ayudarnos y de esta forma, si nos entregamos a Ella, María nos llevará a su Hijo sin duda alguna.
AMÉN. 

DEL DIRECTORIO HOMILETICO
Primer domingo de Adviento
CEC 668-677, 769: la tribulación final y la venida de Cristo en gloria
CEC 451, 671, 1130, 1403, 2817: “¡Ven, Señor Jesús!”
CEC 35: Dios dona a los hombres la gracia para poder aceptar la revelación y acoger al
Mesías
CEC 827, 1431, 2677, 2839: reconocer que todos somos pecadores

Santa María de Guadalupe nos ayuda a abrirnos al Espíritu Santo que Dios nos envía

Santa María de Guadalupe nos ayuda a abrirnos al Espíritu Santo que Dios nos envía Reflexión para la Homilía del 26 Mayo de 2019 Tiempo...