El Amor de donación de Jesús y de María expresado en el Tepeyac

El Amor de donación de Jesús y de María expresado en el Tepeyac
Reflexión para la Homilía del 19 de agosto de 2018, Vigésimo Domingo del tiempo ordinario
Tras las huellas de San Juan Diego 

Primera lectura
Lectura del Libro de los Proverbios 9, 1-6

Sal 33, 2-3. 10-11. 12-13. 14-15
Segunda lectura
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Efesios 5, 15-20

Lectura del Santo Evangelio según San Juan 6, 51-58

Queridos hermanos:
Este Domingo la Sabiduría misma nos hace una atenta invitación, como podemos ver esta invitación la encontramos en continuación a las lecturas del Domingo pasado que nos hablaron sobre el Pan vivo que ha bajado del Cielo y que, como sabemos bien, es Jesús, nuestro amado Señor.
Pero, notemos una cosa, que antes de hacernos la invitación a acercarnos al Pan vivo que ha bajado del Cielo, es decir, antes de invitarnos a comulgar, nos explica con símbolos, cómo la Sabiduría prepara con gran cuidado y amor, pero no sin sufrimiento todo lo necesario para recibirnos.
Nos invita a acercarnos al Pan vivo bajado del Cielo llamándonos de una manera peculiar, primero nos dice: “el que sea inexperto, venga acá” y todos somos inexpertos hermanos, pues para conocer la infinitud de Nuestro Creador y todos sus misterios necesitaríamos no sólo tener la mente de Dios sino ser como Dios, y esto, como bien sabemos es imposible, pues somos criaturas suyas. Después, a causa de nuestra dureza para entender, nos explica esta invitación: “Vengan a comer de mi pan, beban del vino que he mezclado”, esto sin duda hace referencia al Eucaristía. Y nos dice al final: “dejen la inexperiencia y vivirán, sigan el camino de la inteligencia”. Esto nos quiere decir que el camino de la inteligencia es dejar esa inexperiencia de cuando por una cosa o por otra, no nos acercamos a comulgar. Esta es la invitación que Dios mismo, Sabiduría infinita, nos hace hoy.
Pero pasemos ahora al Salmo que nos invita nuevamente, como el domingo pasado, a hacer la prueba y comprobar qué bueno es el Señor. Y nos sugiere para esto apartarnos del mal y en cambio hacer el bien y nos dice claramente: voy a enseñarte el temor del Señor, y este temor de Dios, este amar al Señor se lo demostramos precisamente cuando elegimos apartarnos del mal y hacer el bien, cuando buscando la paz “corremos” tras ella y en consecuencia podremos vivir y disfrutar de la vida en la paz del Señor.
La Segunda Lectura nos refuerza la idea de la inexperiencia que tenemos, nada más que utiliza la palabra “irreflexivos” invitándonos a no ser así y a buscar la voluntad de Dios. Y la voluntad de Dios es, hermanos, que nos alimentamos con el Cuerpo y la Sangre del Señor. De lo contrario, si no nos alimentamos con la Eucaristía nos comportamos como inexpertos, como

irreflexivos y no estaríamos siendo inteligentes. Correr tras la paz, como sugiere el Salmo, es buscar esa amistad con el Señor, acerándonos al Sacramento de Reconciliación y al de la Eucaristía.
Finalmente, en la Lectura del Evangelio, San Juan nos narra de manera muy clara y firme que nuestro Señor ha dicho y dice que el que no coma su cuerpo y no beba su sangre, el que no se alimente de la Eucaristía, no tendrá vida en él, nuestro Señor es muy claro, y nos dice que su carne es verdadera comida y su sangre verdadera bebida, y que necesitamos comulgar para tener vida en nosotros.
Hermanos, entonces seamos inteligentes, aprovechemos el gran Amor con el que Dios prepara el banquete, lo prepara con su propio Sacrificio por nosotros, lo prepara con su propio Sufrimiento y con su Amor de donación total para salvarnos. Seamos reflexivos, seamos expertos y vivamos en continua amistad con el Señor por medio de la confesión cada vez que la necesitemos. No importa que sean muchas confesiones las que tengamos que hacer, hagamos lo necesario para siempre que venimos a Misa, podamos acercarnos a comulgar el Pan Vivo que ha bajado del Cielo.
Ahora bien, permítanme recordarles lo que les decía el domingo pasado, ya que debemos prepararnos ya, desde ahora, para los 500 años del Acontecimiento Guadalupano que se nos avecinan: Sabemos que Santa María de Guadalupe se presenta como la Madre del verdadero Dios por quien se vive, Jesús, quien nos da su Vida y nos da vida a través de la Eucaristía, vive también en el vientre de Santa María de Guadalupe en un continuo Sacrificio porque esto nos muestra que deja la gloria del Cielo para encarnarse y hacerse uno como nosotros. Jesús nos muestra en la Virgen de Guadalupe su Sacrificio y también el Sacrificio de su Madre al aceptar donarnos también a su Hijo. Ella se ofrece junto con El por nosotros.
Acudamos a María, nuestra Madre Santísima de Guadalupe quien siempre supo entregar su vida al Señor y quien compartió fielmente los sufrimientos de Jesús por nosotros. Pidámosle a nuestra Madre nos enseñe el camino de estar siempre con Jesús para que estando con Él, por Él y desde Él podamos, a imitación suya y de nuestra Madre, ser nosotros mismos una entrega y una donación total por la vida de los demás.
Pidámosle también a San Juan Diego, quien entregó también el resto de su vida, después del milagro del Tepeyac, a compartir las palabras del Amor maternal de Dios expresado en Santa María de Guadalupe. Estas palabras nos recuerdan esta donación de amor que Dios y María hacen constantemente por nosotros.
Que así sea. 

Santa María de Guadalupe nos presenta al Pan vivo que ha bajado del Cielo

Santa María de Guadalupe nos presenta al Pan vivo que ha bajado del Cielo
Reflexión para la Homilía del 12 de agosto de 2018, 
Décimonoveno Domingo del tiempo ordinario

Tras las huellas de San Juan Diego
Primera lectura
Lectura del primer libro de los Reyes (19,4-8)
Sal 33,2-3.4-5.6-7.8-9
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (4,30–5,2) 

Lectura del Santo Evangelio según san Juan (6,41-51)

Queridos hermanos:
En la Primera lectura de este domingo, en el Libro de los Reyes, Dios nos regala, por su infinita misericordia, un ejemplo de esperanza en el caminar en nuestra vida. Nos comparte un momento crucial en la vida de Elías, un momento en el cuál todos podemos sentirnos muchas veces identificados; Elías, ya casando por las pruebas en su vida, por los problemas por los que atravesó, y por el gran desánimo en el que cayó, deseó la muerte. Es justo en este momento, cuando él se siente abatido y sin fuerzas que, nos narra la lectura, un ángel acudió a él dándole pan de comer y agua de beber, para animarlo así a seguir adelante. Como consecuencia, Elías recibe la fuerza necesaria para seguir en el largo camino que le quedaba, llegando al final, a su meta, a la montaña de Dios.
En este tiempo de duras pruebas para México, para nuestra ciudad, para nuestras comunidades, para nuestras familias; con tanta violencia, con tantos ataques cada vez más fuertes al don más precioso que es la vida, con tanta falta de mirarnos a los ojos y perdonarnos unos a otros y, ante cada problema que cada uno de nosotros vivimos y sufrimos, podemos llegar a sentirnos desanimados, así como Elías se sintió, y podemos caer en la tentación de querer abandonar todo.
La solución es, como nos anima Dios por medio del Salmo de hoy, hacer la prueba y comprobar qué bueno es el Señor, porque el Señor escucha el clamor de los pobres, es decir de los que sufrimos cualquier adversidad, y nos libra así de todas nuestras angustias; hagamos la prueba ya que el Señor nos dice que junto aquellos que le temen, “el ángel del Señor acampa y los protege”, ¡dichoso el hombre que se refugia en Dios! Debemos aprender a refugiarnos continuamente en el Señor en todas las circunstancias de nuestra vida.
La Segunda Lectura nos pide intentar erradicar cualquier mal que haya en nuestra vida, asperezas, iras, indignaciones, insultos, etc., es decir toda clase de maldad, y nos exhorta a ser buenos, comprensivos y a perdonarnos unos a otros como Dios nos perdonó y nos perdona siempre por medio de Cristo. Y aquí podríamos preguntarnos: ¿cómo nos perdonó Cristo? Nos perdonó ofreciendo su vida hasta la muerte, y es de esta forma que nos pide perdonarnos unos a otros. ¿Cómo hacer todo esto cuando no tenemos fuerzas? ¿Cómo perdonarnos hasta la muerte sacrificando nuestro orgullo y ofreciendo la vida al hermano por quien me siento lastimado? ¿De dónde sacar la fuerza cuando estamos a veces como Elías, casi caídos por el

desánimo, o por el enojo, o por la ira y por mas que queremos a veces nada podemos hacer? Necesitamos dejarnos alimentar del Pan que da la vida, sólo de Él podemos sacar la fuerza para seguir adelante en medio nuestras pruebas. Por eso Jesús mismo nos dice en la lectura del Santo Evangelio: “(...)
Este Pan nos lo ofrece a nosotros así como se lo ofreció a Elías, para fortalecernos y llegar a nuestra meta que es llegar a la montaña de Dios, es decir llegar a la plena unión con Él.
Si alguien se siente necesitado y llamado a recibir este Pan, quien es el Señor mismo, más veces que una vez a la semana, no dude en acercarse de manera más frecuente y alimentarse de este Pan que fortalece y sostiene en el camino. Dios, de diferentes maneras nos invita a participar en su Comunión. Por ejemplo, podemos encontrar que esto mismo le ofreció Dios a san Juan Diego. La Madre del Dios por quien se vive, Santa María de Guadalupe, se presenta ante Juan Diego tres veces, pero en su segundo encuentro, San Juan Diego está justo como el profeta Elías, desanimado, cansado, queriendo abandonar su misión. Pero María, Santa María de Guadalupe quien se presenta embarazada, le presenta en su propia persona, en su propio cuerpo, el cuerpo de Jesús, al Pan de la Vida. En la imagen de nuestra Madre Santísima encontramos a Jesús vivo quien bajó del Cielo por medio de María. Y nos invita Ella, así como invitó a Juan Diego, a encontrarnos con su Hijo por medio de la Eucaristía y a través, al mismo tiempo, por medio del encuentro con Ella. María nos invita a aprovechar la ofrenda que Jesús hace continuamente de su propia vida para nuestra nuestro sosten y fortalecimiento, para nuestra salvación.
Podríamos decir que San Juan Diego, asi como el profeta Elías, alimentados por el encuentro con Jesús vivo en la Comunión, obtuvieron la fuerza de este Pan para poder seguir con su misión. La gracia de recibir el Pan de vida, el Cuerpo y la Sangre de Jesús pasa también por María y por esto Ella misma se presenta con Jesús encarnado en su vientre. Recordemos que la santa Iglesia nos dice que absolutamente toda gracia pasa por Ella, así lo dispuso Dios.
Hermanos, entregémosle nuestro corazón a Santa María de Guadalupe y al entregárselo a Ella se los estamos entregando a Jesús quien está vivo en su vientre. Entregarnos a Ella, consagrarnos a Ella es como consagranos al Sagrado Corazón de Jesús y su Inmaculado Corazón, los cuales siempre laten al unísono.
Pidamos a nuestro hermano san Juan Diego quien después de aceptar su debilidad, incapacidad y fragilidad, fue capaz de entregarle su corazón a María, pidámosle que como hermano nuestro nos ayude en este camino de entrega total a María para ser así completamente de Jesús, en la vida y en la muerte.
Digamos pensando en la entrega a María: ¡Jesús tuyo soy, en la vida y en la muerte! Amén. 

Santa María de Guadalupe nos trae al Pan vivo que ha bajado del Cielo y El se ha quedado con nosotros

Santa María de Guadalupe nos trae al Pan vivo que ha bajado del Cielo y El se ha quedado con nosotros
Reflexión para la Homilía del 5 de agosto de 2018,

Decimoctavo Domingo del tiempo ordinario
Tras las huellas de San Juan Diego


Lectura del libro del Exodo  Ex 16, 2-4. 12-15)
Salmo responsorial (77)
Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los Efesios Lectura (Ef 4, 17. 20-24)
Lectura del santo evangelio según san Juan (6, 24, 35)

Queridos hermanos:
En la Primera lectura de este domingo, en el Antiguo Testamento, Dios nos anuncia su Presencia en el mundo de una manera muy especial. Nos habla del pan que el pueblo necesita porque tiene hambre, porque está cansado, porque se siente sin rumbo, porque se siente vacío. El pueblo vive la incertidumbre y cabe en ellos la posibilidad de la muerte. Y ante este escenario en esta lectura la Palabra de Dios nos anticipa la solución con la presencia de Jesús por medio del pan que alimenta, que sacia y que da vida.
El Salmo continua la primera lectura hablándonos también del alimento que cae del cielo y, estas dos primeras lecturas dan paso a la Segunda lectura por medio de la cuál Dios mismo nos aconseja a no vivir como paganos, vacíos de pensamiento, con oscuridad de mente y alejados de Su vida a causa de la ignorancia y la terquedad. Nos invita así a una renovación del corazón para realizar nuestra vida en Dios.
De esta manera en la lectura del Santo Evangelio según San Juan podemos ver el resumen de las lecturas anteriores en las que queda claro cómo somos: el hombre busca saciarse generalmente de lo que ve, de los bienes de este mundo, bienes que lo dejan vacío de pensamiento y con más hambre aún. Estos bienes nunca sacian. El hombre está deseoso de sentirse pleno y por eso busca, pero muchas veces busca en lugares equivocados. Y Dios, queridos hermanos, en su infinita misericordia, nos muestra cuál es el camino, nos dice claramente que si queremos saciarnos de verdad, busquemos el verdadero pan quien es El mismo, y este Pan vivo bajado del cielo es quien nos da vida eterna. Sólo Jesús, con su Cuerpo y con su Sangre puede alimentarnos de verdad. Nos invita pues a esforzarnos buscar y en pedir este verdadero Pan.
Hermanos, en esta preparación hacia la celebración de los 500 años del acontecimiento guadalupano y, siguiendo las huellas de nuestro querido hermano San Juan Diego, patrono de los mexicanos, es necesario analizar, a través de este ejemplo, de la vida de san Juan Diego, cómo Dios nos da esa ayuda necesaria e imprescindible para alcanzar el Pan que da vida, para alcanzar a Jesús. A San Juan Diego fue al primero a quien Dios le otorgó la ayuda que a nosotros nos también nos da continuamente especialmente en estas tierras, esta ayuda es María, la Madre del Pan Vivo que ha bajado del Cielo, Santa María de Guadalupe quien se presenta con el Pan vivo en su vientre. Jesús vive en el seno de María en la imagen del Tepeyac, y podemos ver entonces con claridad que esa ayuda necesaria para recibir al Pan de vida eterna es María la Madre de Jesús y Madre nuestra. Ella nos muestra a Jesús, nos lo presenta en su vientre. La Iglesia nos enseña que el corazón de Jesús y el corazón de María laten al unísono y, si analizamos la imagen de nuestra Señora de Guadalupe, podemos pensar con facilidad en esta verdad que la Iglesia afirma: Verdaderamente el corazón de Jesús y de María laten al mismo tiempo y podemos concluir también que, donde está María está Jesús, donde esta el Pan de Vida, está María. Así pues vemos que Santa María de Guadalupe nos es enviada para mostrarnos a Jesús, al Pan vivo que bajó del Cielo por medio de su propio cuerpo. Podríamos pensar también en que María se hace invisible en la Eucaristía para que nosotros nos encontremos con su Hijo, Jesús vivo.
Demos gracias a Dios por este don de la presencia de Santa María de Guadalupe quien se presenta como Madre de Dios y Madre nuestra, quien nos enseña el camino, nos guía y nos acompaña para encontrarnos con Jesús, el Pan vivo. Que María nos ayude a poner menos atención en lo transitorio de este mundo y a poner mayor énfasis en las cosas del Cielo, en Jesús quien nos da la vida eterna.
Acerquémonos pues a la Sagrada Comunión una vez reconciliados con Dios. Comamos de su Cuerpo y de su Sangre para poder tener vida eterna con Cristo en Dios por toda la eternidad. Encarguémosle a María nuestras comuniones para recibir de mejor manera a Jesús en nuestro corazón.
Agradezcamos también la intercesión de San Juan Diego y pidámosle que nos ayude a descubrir en nuestra vida el camino que él siguió en los brazos de María, bajo su sombra y resguardo para encontrarnos así verdaderamente con Jesús.
Que así sea. 

Santa María de Guadalupe nos ayuda a abrirnos al Espíritu Santo que Dios nos envía

Santa María de Guadalupe nos ayuda a abrirnos al Espíritu Santo que Dios nos envía Reflexión para la Homilía del 26 Mayo de 2019 Tiempo...