Santa María de Guadalupe nos ayuda a abrirnos al Espíritu Santo que Dios nos envía

Santa María de Guadalupe nos ayuda a abrirnos al Espíritu Santo que Dios nos envía
Reflexión para la Homilía del 26 Mayo de 2019
Tiempo de Pascua
Tras las huellas de San Juan Diego
Primera Lectura: Libro de los Hechos de los Apóstoles 15, 1-2. 22-29
Salmo 66
Segunda Lectura: Libro del Apocalipsis del apóstol San Juan 21, 10-14. 22-23
Lectura del santo Evangelio según San Juan 14, 23-29

Queridos Hermanos,

En la  primera lectura podemos encontrar dos de las verdades de nuestra naturaleza humana: 1) los altercados que vivimos entre diferentes formas de pensar incluso en torno a las enseñanzas de la iglesia, 2) el cómo a veces el hombre se toma atribuciones que no le corresponden y enseña cosas falsas o muy alejadas de la enseñanza de Jesús. Esta primera lectura plantea la cuestión de si las reglas salvan o no. Y, ¿cuál es la respuesta de parte de Dios y que  encontramos en su Palabra? Vemos que el pueblo, ante la duda de si se salvarían o no, dependiendo de si estaban o no circuncidados, acuden a las autoridades máximas para resolver el conflicto, y la respuesta de Dios a través de sus representantes en la tierra en ese momento es una respuesta de amor: “hemos decidido no imponerles más cargas que las estrictamente necesarias”. Vamos a centrarnos en esto último: Dios no quiere imponernos más cargas que las necesarias y con esta respuesta de parte del Amor de Dios, nos dice que las reglas no nos salvarán, sino que siempre lo único que nos salva es Su Amor Misericordioso hecho carne por nosotros, es decir, es la persona misma de Cristo quien nos salva; las reglas nunca salvan.

Por medio de la Segunda Lectura del Apocalipsis de San Juan, los invito a dejarnos contagiar  por esta visión que tuvo el apóstol. Después de describir cómo vió a la ciudad santa que bajó del cielo,  centrémonos en el último párrafo de la lectura que  dice que en esta ciudad no vió ningún templo, porque el templo es Dios, el templo es Cristo. También nos dice que la ciudad no necesitaba luz, ni del sol, ni de la luna porque la gloria de Dios la ilumina y Cristo es la lumbrera. Que hermoso tuvo que haber sido para San Juan tener esta visión. Y qué Amor de Dios que quiere que a través del apóstol nosotros también la conozcamos. Este hecho de las lecturas, de la Palabra de Dios, es un acto mismo del Amor de Dios por nosotros quien quiere que lo conozcamos. Cristo es la luz, con la luz de Cristo no necesitamos nada más, Cristo mismo es el Templo, a Cristo mismo lo encontramos ciertamente en el templo, en el sagrario, pero también lo encontramos en cada ser humano, especialmente en los bautizados, y si Cristo mismo es el templo, cada uno de nosotros somos templos también porque Cristo habita en cada uno de nosotros.

En la lectura del Santo Evangelio, Jesús nos explica cuál es el fundamento del cumplimiento de su Palabra, y el fundamento es indiscutiblemente siempre el amor. “El que me ama”, nos dice primero, “cumplirá mi palabra”, en cambio, continúa,”el que no me ama no cumplirá mis palabras”. Pero, ¿quien de nosotros puede decir que ama a Cristo? Si cumpliéramos siempre sin fallar su voluntad, sus palabras, podríamos decir que amamos a Cristo, pero la verdad de cada uno de nosotros es que lo que más podemos encontrar en nuestro corazón es que quisiéramos poder amar a Cristo. Nuestros mismos actos nos dan la respuesta. No siempre cumplimos las palabras del Señor y por tanto, según su enseñanza, esto quiere decir que si no cumplimos sus palabras es que no lo amamos. Es necesario partir de esta verdad, no somos capaces de amar a Cristo como deberíamos, la verdad es que somos muy débiles. Tal vez quisiéramos poder hacerlo y eso ya es un buen comienzo. Sin embargo, debemos aceptar nuestra frágil condición. No somos capaces de amarlo. Sin embargo, en la misma lectura del Evangelio, nuestro Señor nos da una gran esperanza cuando les dice a los apóstoles y, en ellos a nosotros también nos dice: “el Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho”. Después les dijo: “La paz les dejo, mi paz les doy”.  Esta paz nace en nuestro corazón después de comprender que amar a Cristo es posible gracias al Espíritu de Dios que nos es dado, la paz surge también después de aceptar nuestra propia verdad, fragilidad, debilidad y miseria que nos impide amar a Cristo como se debería. Pero es justamente a partir del reconocimiento de nuestra propia incapacidad que se hace un espacio en nuestro corazón para que sea llenado por el Espíritu de Dios mismo. Entonces, con esta Presencia de su mismo Espíritu, sí podremos amarlo como Él nos lo pide. Debemos tener paciencia con nosotros mismos, Dios siempre nos espera, reconocer nuestra verdad con sencillez no es fácil, pero el Espíritu Santo se encargará de convencernos de la verdad nuestra, y de la verdad del Amor de Dios.

Dios Padre, lleno de amor por nosotros, nos da también la ayuda de Santa María de Guadalupe, Ella, María, la Madre de Dios es también la Madre que nos ayuda abrirnos al Espíritu Santo. Así como ayudó a Juan Diego a abrirse a Dios para ser un instrumento dócil en sus manos, lo mismo quiere hacer con cada uno de nosotros, quiere ayudarnos a conocernos y a conocer a Dios para que haya más espacio en nosotros y este espacio sea ocupado por el Espíritu de Dios y seamos instrumentos de amor en sus manos para los demás.

Dios Padre no quiere darnos más cargas que las necesarias, quiere hacer nuestra carga más ligera, Dios nos ayuda entregándonos a María y nos da su Amor maternal a través de las palabras de nuestra Madre: «Por favor presta atención a esto, ojalá que quede muy grabado en tu corazón, Hijo mío el más querido: No es nada lo que te espantó, te afligió, que no se altere tu rostro, tu corazón. Por favor no temas esta enfermedad, ni en ningún modo a enfermedad otra alguna o dolor entristecedor. ¿Acaso no estoy yo aquí, yo que tengo el honor de ser tu madre? ¿Acaso no estás bajo mi sombra, bajo mi amparo? ¿Acaso no soy yo la fuente de tu alegría? ¿Qué no estás en mi regazo, en el cruce de mis brazos? ¿Por ventura aun tienes necesidad de cosa otra alguna?que nada te preocupe, que tu rostro no se altere, no tengas angustias, pues “¿acaso no estoy yo aquí que soy tu Madre?”. Dios con este acto de su amor quiere  decirnos que no nos preocupemos, que tenemos a María continuamente con nosotros para llevarnos al encuentro con su Hijo, quien es el único capaz de salvarnos.

Pidamos también a San Juan Diego nos enseñe a ser dóciles a Maria para que Ella nos transforme, nos forme y nos capacite para poder amar a Dios, al prójimo y a nosotros mismos como Dios nos lo pide.


Que así sea.

Santa María de Guadalupe nos enseña que amarnos unos a otros como Dios nos lo pide, Domingo V de Pascua

Santa María de Guadalupe nos enseña que amarnos unos a otros como Dios nos lo pide, sólo se puede vivir si entramos en comunión con su Hijo
Reflexión para la Homilía del 19 de mayo de 2019
Tiempo de Pascua
Tras las huellas de San Juan Diego

Primera Lectura: del libro de los Hechos de los Apóstoles 14, 21-27 
Salmo: 144

Segunda Lectura: del Libro del Apocalipsis del apóstol san Juan 21,1-5 
Lectura del santo Evangelio según san Juan 13, 31-33

Queridos hermanos:
La Primera Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles nos explica un poco el trabajo que los Apóstoles realizaban para transmitir la Buena Nueva del Señor. Ellos mismos se asombraban de lo que Dios hacía por su medio, pero se asombraron más, nos dice la lectura, de cómo Dios les habría las puertas a los paganos. Esto era algo de lo que ellos se asombraban mucho, y con certeza que les causaba, además de asombro, mucha alegría; esta alegría de conocer más la bondad de Dios nos debe llevar a clamar junto con el salmista en el Salmo 144 del día de hoy que dice: “Bueno es el Señor para con todos”. Y sí, es bueno, porque nos abre las puertas a todos y nos las abre siempre. Él siempre nos está buscando y siempre nos está esperando para abrirnos sus puertas de para en par.
En la Segunda lectura, en el libro del Apocalipsis, San Juan narra una visión: vio que la tierra era nueva, que lo de antes ya no existía y Dios, en la lectura nos dice a todos: “Ahora yo voy a hacer nuevas todas las cosas”. ¡Esto es un motivo de esperanza para todos nosotros!, conocer más de Dios, de su poder, de su infinita bondad, es algo que nos transforma, conocer que Él tiene el poder de cambiar las cosas y no solo las cosas sino la mente y el corazón de cada uno de nosotros, la mente y el corazón de cada ser humano, esto, debe llenar de una gran esperanza. Porque es un cambio lo que necesitamos, en nosotros, en los demás, en lo que nos rodea; necesitamos una tierra nueva, un corazón nuevo lleno del Amor de Cristo, es una mente llena del pensamiento de Dios lo que necesitamos, son los sentimientos del Señor los que nosotros debemos tener. Y este cambio, esta transformación, nos dice Dios hoy: “¡Yo la puedo hacer!”
Entonces, la esperanza está en que el Señor puede hacer nuevas todas las cosas. Si nosotros, por un esfuerzo de la fe, aceptamos esta verdad de que el Señor puede hacer nuevas todas las cosas incluyendo el cambio en nuestra mente y en nuestro corazón, en la mente y el corazón de nuestros gobernantes, de nuestros vecinos, de nuestros maestros, de cualquiera de nuestros hermanos, podremos estar seguros de que entoces podremos vivir el mandamiento nuevo que nos da el Señor de amarnos unos a otros como el Señor nos ha amado. A esto nos invita el Señor con la Lectura del Santo Evangelio. En palabras de san Juan encontramos que si cumplimos este mandamiento de amarnos los unos a los otros como Cristo nos ha amado, en esto se reconocerá que somos discípulos del Señor.
Hermanos, Jesús siempre se ofrece por nosotros en el altar, y Él quiere unir nuestras ofrendas a la Suya en el momento del ofertorio, y por lo tanto Él quiere ofrecer nuestra ofrenda junto con la suya al Padre. Este Jesús que se va a ofrecer en unos momentos nuevamente por todos nosotros, es el mismo que se

encuentra en el Sagrario, en la Hostia Consagrada, este Jesús que dará nuevamente su vida por nosotros en unos minutos es el mismo que también, ademas de estar en el Sagrario, está en ti. Es el mismo Espíritu de Cristo que por el bautismo todos recibimos el que habita en ti, en mí; pues bien, este Espíritu que habita en ustedes y en mí, es el Espíritu de este Jesús que en unos momentos se ofrecerá nuevamente por nosotros. ¿Por qué les digo esto? Porque si por el esfuerzo de la fe aceptamos que el Espíritu de Jesús vive en mí, si por el esfuerzo de la fe reconozco que el Espíritu de Jesús que vive en mí se ofrece continuamente por los demás y también por mí, si soy consciente de que continuamente se ofrece por nosotros, yo me tendré más amor a mñi mismo, a mi misma; pero más aún, si yo reconozco que este Espíritu de Jesús habita también en mi prójimo, incluyendo a mi prójimo incómodo, también podré ver en él o en ella, el Espíritu de Jesús y entonces podré amar a mi prójimo como a mí mismo. SI vivo en el amor de Cristo por mi y por los demñas que se ofrece continuamente, seré capaz de cumplir el primer mandamiento de Amar a Dios sobre todas las cosas y el segundo, amar al prójimo como a mi mismo. Todo gracias al Amor de Cristo que se ofrece continuamente por nosotros y que habita ya en cada uno de nosotros.
Hermanos este camino nos lleva a la comunión de Amor con Cristo y con los demás. Nuestra Madre María de Guadalupe nos ayuda a ser más conscientes de la Presencia del Espíritu de Cristo que habita en nosotros por el Bautismo que hemos recibido. Santa María de Guadalupe nos lo enseña por que viéndola a Ella, en su imagen de nuestra Señora de Guadalupe, vemos que Ella se presenta embarazada, trae en su vientre a Jesús quien se ofrece por nosotros; Jesús ofrece su vida también por Ella pero Ella también se ofrece a su Hijo, le ofrece su vida entera. Entre Jesús y María hay un continuo ofrecimiento de vidas. Sin embargo, cuando Jesús nació y salió del vientre de María, Ella siguió ofreciéndose enteramente a Él de forma espiritual. A vivir este ofrecimiento espiritual a Jesús quien vive en cada uno de nosotros, estamos invitados todos. A conocer más a Cristo quien vive en ti estás invitado. De esta entrega a Él y de Él a cada uno de nosotros nace el Amor de Dios que nace siempre para donarse a los demás, para entregarse, para acompañar, para guiar, para formar y para transformar.
Hermanos, en esta preparación hacia los 500 años del Acontecimiento Guadalupano en el 2031, aceptemos la invitación que nos hace el Señor hoy de conocerlo más entranado en nuestro interior y encontrándonos con Él, miremos a Santa María de Guadalupe y veamos en Ella la enseñanza de esta relación entre Jesús y Ella, enseñanza que quiere impartirnos para que nosotros nos relacionemos de igual manera con nuestro Señor.
Necesitamos alimentarnos del Cuerpo y la Sangre de Jesús y con este alimento, con el esfuerzo de la fe y mirando a María de Guadalupe, podremos tener una relación más íntima con nuestro Señor y en esta unión del amor con Él, podremos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Que san Juan Diego nos ayude a seguir sus huellas para dejar que María nos eduque y nos lleve al encuentro íntimo con su Hijo.
Amén. 

Reflexión para la Homilía del 12 de mayo de 2019 Tiempo de Pascua

El Buen Pastor nos guía siempre, María con su “Sí” aceptó también
colaborar con Dios en guiarnos, Cristo en Ella vela por el Pueblo de México
Reflexión para la Homilía del 12 de mayo de 2019
Tiempo de Pascua
Tras las huellas de San Juan Diego
Primera Lectura: del libro de los Hechos de los Apóstoles 13, 14. 43-52 
Salmo: 99
Segunda Lectura: del Libro del Apocalipsis del apóstol san Juan 7, 9. 14-17 

Lectura del santo Evangelio según san Juan 10, 27-30
Queridos hermanos:
La Primera Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles continúa narrándonos la persecusión

contra los apóstoles. En esta ocasión Pablo y Bernabé, después de exhortar a seguir fieles a la gracia de Dios, provocaron que más personas quisieran escuharlos, esto causó mucha envidia en los judíos y por esto Pablo y Bernabé fueron injuriados y maltratados. Ellos les dijeron a los judíos: “como ustedes rechazan la palabra de Dios, nos dirigiremos ahora a los paganos”, y cuando dijeron que esto así lo había ordenado nuestro Señor, los paganos se llenaron de alegría y glorificaron a Dios. Los apóstoles fueron expulsados de la región, pero los discípulos quedaron llenos de alegría y del Espíritu Santo y así la Palabra de Dios se fue propagando.
La persecución provoca movimiento, movimiento físico, pero también genera movimientos en el corazón. Los que huyen a otro lugar por ser perseguidos, llevan consigo la experiencia de los hechos, llevan consigo la Palabra de Dios, y al llevar la Palabra consigo, ésta se comparte y se propaga a los demás. Así vemos cómo Dios aprovecha todo, y vemos que de todo mal, de todo sufrimiento, saca un bien.
El Salmo 99 nos invita a reconocer que el Señor nos hizo y que somos suyos, que somos su pueblo y su rebaño. Todo pueblo es pueblo de Dios y todos sus habitantes somos parte de su rebaño. Somos sus ovejas y esto debe causar en nosotros una alegría muy grande, alegría y agradecimiento al mismo tiempo por su eterna Misericordia, y porque además, coo nos dice el salmo, Él es fiel con nosotros siempre. Su amor y su fidelidad no depende de nuestro amor, o de nuestra falta de, ni tampoco de nuestro comportamiento. El siempre permanece fiel y su amor hacia nosotros nunca cambia. Siempre nos cuida y lo realiza de muchas maneras.
En la Segunda Lectura del Apocalipsis el apóstol San Juan nos explica que todos aquellos que son perseguidos y que han lavado y blanqueado su túnica con la sangre del Cordero, están sentados ante el trono de Dios y son protegidos continuamente por Él, después de la persecusión, ya no tendrán hambre ni sed, ya que el Cordero que están en el trono, será su pastor y los conducirá a las fuentes del agua de la vida. Después de la persecución, vemdrá la tranquilidad y la alegría, la paz.
En la Lectura del Evangelio de san Juan, Jesús nuestro Señor quiere decirnos que en verdad Él se encarga de nosotros, nos cuida como a sus ovjeas, nos conoce. Concernos significa esencialmente amarnos. Jesús quiere que nunca dudemos de su Amor y por esto nos da esta imagen del Buen Pastor. El Buen Pastor cuida a sus ovjeas cuando están amenazadas por algún peligro. El Buen Pastor las acompaña, las guía y nunca las abandona. Esto lo hace de diferente maneras, como por ejemplo, llevándolas a pastorear,

llevándolas a alguna fuente de agua, cubriéndolas de las inclemencias del tiempo y también defendiéndolas de los peligros. Esto mismo hace el Señor con nosotros: nos da el alimento físico a través del trabajo de nuestras manos, nos da el alimento espiritual con su Cuerpo, con su Sangre, con su Palabra. Nos cuida a través de otras personas, de los mismo ángeles a quienes no vemos, y que no por no verlos no los tenemos. Cada uno tiene un ángel guardián, esta es otra forma de cuidarnos. Los cuidados de Dios para con nosotros son muchos, muchos sí los vemos, pero muchísimos más no. Entre estos cuidados tenemos uno muy peculiar, uno muy grande, el don de María como Madre Nuestra.
Ahora que el pueblo de México necesita prepararse hacia el año 2031-2033 (500 años del Acontecimiento Guadalupano y 2000 años de la Redención del mundo) sería bueno recordar que nosotros, quienes conformamos el pueblo de México, y no sólo nosotros, vivimos también diferentes formas de persecución. Vivimos la persecución de los inocentes, como en la época de Herodes, como en la época de la conquista en la que muchos niños mestizos, por no ser considerados de sangre pura, eran abandonados. También vivimos la persecución contra la vida, vivimos la persecución contra la familia, vivmos la degradación de la persona, de la dignidad humana. Ante estas nuevas formas de persecución, Dios quiere decirnos que no estamos solos, que Él sigue siendo nuestro Buen Pastor, que nos pastorea y que nos lleva a la fuente de agua viva, quien es Él mismo. Para llevarnos a El, utiliza diversos medios, uno de ellos es, como mencionamos anteriormente, María.
María contribuye con Dios, en su “Sí” aceptándonos como hijos, acepta guiarnos también. Ella así lo hizo con san Juan Diego. Juan Diego también sufrió persecusión por parte de los españoles, de las personas que no le creyeron que veía a María, de quienes pensaron que estaba loco o que padecía alguna enfermedad psicológica. Juan Diego fue puesto en movimiento por estas persecusiones, el también huyó en un momento de su misión, huyó también de la cita que ya tenía con la Madre de Dios. Huyó como muchos perseguidos, pero, como toda persecución que nunca se sale del control de Dios, esta huída de nuestro hermano san Juan Diego tampoco se salió del control de Dios; esta huída física encontrada al mismo tiempo con el cuidado y el amor de Dios a través de María, hizo que en el corazón de Juan Diego, naciera un movimiento, quizás el más importante, el movimiento de la conversión del corazón, el movimiento de la entrega total a Dios por medio de María.
El Buen Pastor siempre vela por nosotros, María, nuestra Madre de Guadalupe vela también por nuestra nación. Podrá haber persecusiones como las que hay hoy, podrán venir más, sin embargo Dios nos dice: “Yo soy el Buen Pastor,  mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás; nadie las arrebatará de mi mano. Me las ha dado mi Padre, y él es superior a todos...”.


Esto debe de llenarnos de alegría y de agradecimiento porque Él es fiel, nunca nos deja y siempre nos ayuda. Demos gracias a Dios también por darnos a Santa María de Guadalupe quien también vela por
nuestra nación y por cada uno de nosotros, ovejas del rebaño del pueblo de México. 


Nuestra Madre de Guadalupe nos enseña a obedecer primero a Dios antes que a los hombres

Nuestra Madre de Guadalupe nos enseña a obedecer primero a Dios
antes que a los hombres
Reflexión para la Homilía del 5 de mayo de 2019
Tiempo de Pascua
Tras las huellas de San Juan Diego
Primera Lectura: del libro de los Hechos de los Apóstoles 5, 27-32. 40-41 
Salmo: 29
Segunda Lectura: del Libro del Apocalipsis del apóstol san Juan 5, 11-14 

Lectura del santo Evangelio según san Juan 21, 1-19
Queridos hermanos:
La Primera Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles narra la persecusión contra los apóstoles. El sumo sacerdote les reclama la desobediencia ante la orden de no hablar de Jesús. La lectura hace ver que los apóstoles lograban comunicar verdaderamente las enseñanzas de Jesús, lo vemos en la frase; “han llenado toda Jerusalén con sus enseñanzas”. Pero Pedro nos da una enseñanza con su respuesta: “debemos obedecer primero a Dios antes que a los hombres”. Aquí podemos hacer una comparación con el camino de san Juan Diego. Cuando nuestro hermano Juan Diego tenía ya una cita con la Madre de Dios la Virgen de Guadalupe para que le diera la señal que el Obispo había pedido, Juan Diego la deja plantada. Esto sucedió, si recuerdan bien, porque el tío de Juan Diego, Bernardino, estaba enfermo y necesitaba cuidados y a un sacerdote que lo auxiliara. Juan Diego creyó que esto era lo que tenía que hacer, pensó que tenía que obedecer lo que el creía como una necesidad y un acto de caridad para con su tío, pero este acto bueno, no correspondía con lo que Dios esperaba de él. Dios más bien quería que Juan Diego aprovechara el don de María, quería que respondiera primero a Su voluntad respondiento al don de María; Ella lo estaba esperando para ayudarlo. Sin embargo, Juan Diego se equivocó, obedeció primero a lo que él creía que debía hacer, y no obedeció a la voz de Dios expresada en María. Muchas veces nos pasa así a nosotros, que nos encontramos ante una disyuntiva y no sabemos leer cuál es la voluntad de Dios y nos equivocamos, y desobedecemos con esto a Dios. Podemos pensar que Dios quería que acudiera a su Madre para pedirle ayuda con la enfermedad de su tío, pero Juan Diego no era aún capaz de ver con claridad. Así nos pasa muchas veces a nosotros.
El Salmo de hoy también nos ayuda a profundizar en el camino tras las huellas de san Juan Diego, ya que leemos en él también su vida, pues el Señor al final, no dejó que se rieran de Juan Diego sus enemigos. Primero nadie le creía que tenía encuentros con María, pero al final, Dios lo exhaltó y así dejaron de burlarse de él. Dios nos somete a pruebas porque nos ama, porque quiere que nos abramos a su amor, pero siempre sale en nuestra ayuda.
Con la Segunda Lectura del Apocalipsis de San Juan somos introducidos en esta visión de alabanza, honor y gloria a Cristo nuestro Señor y este hecho es confirmado, querido y promovido también por María de Guadalupe, pues Ella se presenta mostrándonos al Salvador a quien trae consigo en su vientre. El mensaje de nuestra Madre de Guadalupe es “Jesús vivo”.

En la Lectura del Santo Evangelio Jesús nuestro Señor no enseña que nos da una misión. A Pedro y a sus apóstoles le dio la misión de ser pescadores de hombres. Pero cuando se les aparece mientras intentaban pescar, no habían pescado ni un solo pez, y les da la instrucción de echar las redes al lado derecho de la barca. Y entonces pescan muchos peces. Esto nos dice que en la misión en la que cada uno de nosotros está, nosotros, por nosotros mismos, sin Jesús, nada podremos hacer, justo como los apóstoles. El quiere decirnos hoy que para cualquier tarea, grande o pequeña, fácil o difícil que tengamos en nuestra vida, en nuestra cotidianidad, sea cual sea nuestro estado de vida, siempre lo necesitamos a El. Si nosotros no contamos con El, nada podremos pescar, nada podremos hacer. Esta lectura también nos enseña que después de pescar, dejando ayudarnos por El, dejando que El haga todo en nostros y por nosotros, nos invita a comer. Los apóstoles se sentaron a comer pescado con nuestro Señor. Esto nos habla del alimento que necesitamos para tener fuerzas para realizar nuestras tareas, para llevar a cabo nuestra misión. Jesús nos alimenta de El mismo, con su Cuerpo y con su Sangre, porque sólo en comunión con El podremos realizar nuestra misión.
Entonces vemos que somos débiles y como Juan Diego muchas veces somos desobedientes a lo que Dios espera de nosotros, somos débiles y muchas veces queremos realizar nuestras cosas solitos y nos olvidamos de Dios, somos débiles y no sabemos muchas veces discernir cuál es la voluntad de Dios en nuestras vidas. Sin embargo, veamos la esperanza que Dios nos da con su Presencia. Nos da a su propia Madre quien nos sale al encuentro como le salió al encuentro a san Juan Diego con las palabras: “No estoy yo aquí que soy tu Madre? Nos sale al encuentro con tal eficacia por que Ella porta al Salvador y nos lo muestra y nos enseña a mirarlo y a ir a El. Vivamos en la esperanza que nos da el sabernos acompañados por Jesús siempre, vivamos en la certeza de que se ha quedado con nostros hasta el fin del mundo, principalmente en su Presencia en la Eucaristía.
Hoy nos recuerda Jesús que quiere alimentarnos con El mismo, quiere que vivamos en comunión con El ayudados por María para recibir así toda la fuerza, la gracia, la sabiduría y el poder de Cristo para entregarnos así también nosotros a Dios y a nuestros hermanos.
Que nuestro hermano san Juan Diego, nos siga ayudando a abrirnos al camino que Dios nos ha regalado, que nos ayude a dejarnos encontrar y guiar por santa María de Guadalupe; podemos estar seguros, al ejemplo de san Juan Diego, que entregándonos a María, acogiéndola en nuestra casa y en todo el espacio de nuestra vida interior, nos encontraemos con Cristo y podemos entregarnos junto con El a los demás.
Que la alegría de la Pascua permanezca en nuestros corazones. Que así sea 

Santa María de Guadalupe nos ayuda a abrirnos al Espíritu Santo que Dios nos envía

Santa María de Guadalupe nos ayuda a abrirnos al Espíritu Santo que Dios nos envía Reflexión para la Homilía del 26 Mayo de 2019 Tiempo...