Santa María de Guadalupe nos enseña que amarnos unos a otros como Dios nos lo pide, Domingo V de Pascua

Santa María de Guadalupe nos enseña que amarnos unos a otros como Dios nos lo pide, sólo se puede vivir si entramos en comunión con su Hijo
Reflexión para la Homilía del 19 de mayo de 2019
Tiempo de Pascua
Tras las huellas de San Juan Diego

Primera Lectura: del libro de los Hechos de los Apóstoles 14, 21-27 
Salmo: 144

Segunda Lectura: del Libro del Apocalipsis del apóstol san Juan 21,1-5 
Lectura del santo Evangelio según san Juan 13, 31-33

Queridos hermanos:
La Primera Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles nos explica un poco el trabajo que los Apóstoles realizaban para transmitir la Buena Nueva del Señor. Ellos mismos se asombraban de lo que Dios hacía por su medio, pero se asombraron más, nos dice la lectura, de cómo Dios les habría las puertas a los paganos. Esto era algo de lo que ellos se asombraban mucho, y con certeza que les causaba, además de asombro, mucha alegría; esta alegría de conocer más la bondad de Dios nos debe llevar a clamar junto con el salmista en el Salmo 144 del día de hoy que dice: “Bueno es el Señor para con todos”. Y sí, es bueno, porque nos abre las puertas a todos y nos las abre siempre. Él siempre nos está buscando y siempre nos está esperando para abrirnos sus puertas de para en par.
En la Segunda lectura, en el libro del Apocalipsis, San Juan narra una visión: vio que la tierra era nueva, que lo de antes ya no existía y Dios, en la lectura nos dice a todos: “Ahora yo voy a hacer nuevas todas las cosas”. ¡Esto es un motivo de esperanza para todos nosotros!, conocer más de Dios, de su poder, de su infinita bondad, es algo que nos transforma, conocer que Él tiene el poder de cambiar las cosas y no solo las cosas sino la mente y el corazón de cada uno de nosotros, la mente y el corazón de cada ser humano, esto, debe llenar de una gran esperanza. Porque es un cambio lo que necesitamos, en nosotros, en los demás, en lo que nos rodea; necesitamos una tierra nueva, un corazón nuevo lleno del Amor de Cristo, es una mente llena del pensamiento de Dios lo que necesitamos, son los sentimientos del Señor los que nosotros debemos tener. Y este cambio, esta transformación, nos dice Dios hoy: “¡Yo la puedo hacer!”
Entonces, la esperanza está en que el Señor puede hacer nuevas todas las cosas. Si nosotros, por un esfuerzo de la fe, aceptamos esta verdad de que el Señor puede hacer nuevas todas las cosas incluyendo el cambio en nuestra mente y en nuestro corazón, en la mente y el corazón de nuestros gobernantes, de nuestros vecinos, de nuestros maestros, de cualquiera de nuestros hermanos, podremos estar seguros de que entoces podremos vivir el mandamiento nuevo que nos da el Señor de amarnos unos a otros como el Señor nos ha amado. A esto nos invita el Señor con la Lectura del Santo Evangelio. En palabras de san Juan encontramos que si cumplimos este mandamiento de amarnos los unos a los otros como Cristo nos ha amado, en esto se reconocerá que somos discípulos del Señor.
Hermanos, Jesús siempre se ofrece por nosotros en el altar, y Él quiere unir nuestras ofrendas a la Suya en el momento del ofertorio, y por lo tanto Él quiere ofrecer nuestra ofrenda junto con la suya al Padre. Este Jesús que se va a ofrecer en unos momentos nuevamente por todos nosotros, es el mismo que se

encuentra en el Sagrario, en la Hostia Consagrada, este Jesús que dará nuevamente su vida por nosotros en unos minutos es el mismo que también, ademas de estar en el Sagrario, está en ti. Es el mismo Espíritu de Cristo que por el bautismo todos recibimos el que habita en ti, en mí; pues bien, este Espíritu que habita en ustedes y en mí, es el Espíritu de este Jesús que en unos momentos se ofrecerá nuevamente por nosotros. ¿Por qué les digo esto? Porque si por el esfuerzo de la fe aceptamos que el Espíritu de Jesús vive en mí, si por el esfuerzo de la fe reconozco que el Espíritu de Jesús que vive en mí se ofrece continuamente por los demás y también por mí, si soy consciente de que continuamente se ofrece por nosotros, yo me tendré más amor a mñi mismo, a mi misma; pero más aún, si yo reconozco que este Espíritu de Jesús habita también en mi prójimo, incluyendo a mi prójimo incómodo, también podré ver en él o en ella, el Espíritu de Jesús y entonces podré amar a mi prójimo como a mí mismo. SI vivo en el amor de Cristo por mi y por los demñas que se ofrece continuamente, seré capaz de cumplir el primer mandamiento de Amar a Dios sobre todas las cosas y el segundo, amar al prójimo como a mi mismo. Todo gracias al Amor de Cristo que se ofrece continuamente por nosotros y que habita ya en cada uno de nosotros.
Hermanos este camino nos lleva a la comunión de Amor con Cristo y con los demás. Nuestra Madre María de Guadalupe nos ayuda a ser más conscientes de la Presencia del Espíritu de Cristo que habita en nosotros por el Bautismo que hemos recibido. Santa María de Guadalupe nos lo enseña por que viéndola a Ella, en su imagen de nuestra Señora de Guadalupe, vemos que Ella se presenta embarazada, trae en su vientre a Jesús quien se ofrece por nosotros; Jesús ofrece su vida también por Ella pero Ella también se ofrece a su Hijo, le ofrece su vida entera. Entre Jesús y María hay un continuo ofrecimiento de vidas. Sin embargo, cuando Jesús nació y salió del vientre de María, Ella siguió ofreciéndose enteramente a Él de forma espiritual. A vivir este ofrecimiento espiritual a Jesús quien vive en cada uno de nosotros, estamos invitados todos. A conocer más a Cristo quien vive en ti estás invitado. De esta entrega a Él y de Él a cada uno de nosotros nace el Amor de Dios que nace siempre para donarse a los demás, para entregarse, para acompañar, para guiar, para formar y para transformar.
Hermanos, en esta preparación hacia los 500 años del Acontecimiento Guadalupano en el 2031, aceptemos la invitación que nos hace el Señor hoy de conocerlo más entranado en nuestro interior y encontrándonos con Él, miremos a Santa María de Guadalupe y veamos en Ella la enseñanza de esta relación entre Jesús y Ella, enseñanza que quiere impartirnos para que nosotros nos relacionemos de igual manera con nuestro Señor.
Necesitamos alimentarnos del Cuerpo y la Sangre de Jesús y con este alimento, con el esfuerzo de la fe y mirando a María de Guadalupe, podremos tener una relación más íntima con nuestro Señor y en esta unión del amor con Él, podremos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Que san Juan Diego nos ayude a seguir sus huellas para dejar que María nos eduque y nos lleve al encuentro íntimo con su Hijo.
Amén. 

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