Reflexión para la Homilía del 12 de mayo de 2019 Tiempo de Pascua

El Buen Pastor nos guía siempre, María con su “Sí” aceptó también
colaborar con Dios en guiarnos, Cristo en Ella vela por el Pueblo de México
Reflexión para la Homilía del 12 de mayo de 2019
Tiempo de Pascua
Tras las huellas de San Juan Diego
Primera Lectura: del libro de los Hechos de los Apóstoles 13, 14. 43-52 
Salmo: 99
Segunda Lectura: del Libro del Apocalipsis del apóstol san Juan 7, 9. 14-17 

Lectura del santo Evangelio según san Juan 10, 27-30
Queridos hermanos:
La Primera Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles continúa narrándonos la persecusión

contra los apóstoles. En esta ocasión Pablo y Bernabé, después de exhortar a seguir fieles a la gracia de Dios, provocaron que más personas quisieran escuharlos, esto causó mucha envidia en los judíos y por esto Pablo y Bernabé fueron injuriados y maltratados. Ellos les dijeron a los judíos: “como ustedes rechazan la palabra de Dios, nos dirigiremos ahora a los paganos”, y cuando dijeron que esto así lo había ordenado nuestro Señor, los paganos se llenaron de alegría y glorificaron a Dios. Los apóstoles fueron expulsados de la región, pero los discípulos quedaron llenos de alegría y del Espíritu Santo y así la Palabra de Dios se fue propagando.
La persecución provoca movimiento, movimiento físico, pero también genera movimientos en el corazón. Los que huyen a otro lugar por ser perseguidos, llevan consigo la experiencia de los hechos, llevan consigo la Palabra de Dios, y al llevar la Palabra consigo, ésta se comparte y se propaga a los demás. Así vemos cómo Dios aprovecha todo, y vemos que de todo mal, de todo sufrimiento, saca un bien.
El Salmo 99 nos invita a reconocer que el Señor nos hizo y que somos suyos, que somos su pueblo y su rebaño. Todo pueblo es pueblo de Dios y todos sus habitantes somos parte de su rebaño. Somos sus ovejas y esto debe causar en nosotros una alegría muy grande, alegría y agradecimiento al mismo tiempo por su eterna Misericordia, y porque además, coo nos dice el salmo, Él es fiel con nosotros siempre. Su amor y su fidelidad no depende de nuestro amor, o de nuestra falta de, ni tampoco de nuestro comportamiento. El siempre permanece fiel y su amor hacia nosotros nunca cambia. Siempre nos cuida y lo realiza de muchas maneras.
En la Segunda Lectura del Apocalipsis el apóstol San Juan nos explica que todos aquellos que son perseguidos y que han lavado y blanqueado su túnica con la sangre del Cordero, están sentados ante el trono de Dios y son protegidos continuamente por Él, después de la persecusión, ya no tendrán hambre ni sed, ya que el Cordero que están en el trono, será su pastor y los conducirá a las fuentes del agua de la vida. Después de la persecución, vemdrá la tranquilidad y la alegría, la paz.
En la Lectura del Evangelio de san Juan, Jesús nuestro Señor quiere decirnos que en verdad Él se encarga de nosotros, nos cuida como a sus ovjeas, nos conoce. Concernos significa esencialmente amarnos. Jesús quiere que nunca dudemos de su Amor y por esto nos da esta imagen del Buen Pastor. El Buen Pastor cuida a sus ovjeas cuando están amenazadas por algún peligro. El Buen Pastor las acompaña, las guía y nunca las abandona. Esto lo hace de diferente maneras, como por ejemplo, llevándolas a pastorear,

llevándolas a alguna fuente de agua, cubriéndolas de las inclemencias del tiempo y también defendiéndolas de los peligros. Esto mismo hace el Señor con nosotros: nos da el alimento físico a través del trabajo de nuestras manos, nos da el alimento espiritual con su Cuerpo, con su Sangre, con su Palabra. Nos cuida a través de otras personas, de los mismo ángeles a quienes no vemos, y que no por no verlos no los tenemos. Cada uno tiene un ángel guardián, esta es otra forma de cuidarnos. Los cuidados de Dios para con nosotros son muchos, muchos sí los vemos, pero muchísimos más no. Entre estos cuidados tenemos uno muy peculiar, uno muy grande, el don de María como Madre Nuestra.
Ahora que el pueblo de México necesita prepararse hacia el año 2031-2033 (500 años del Acontecimiento Guadalupano y 2000 años de la Redención del mundo) sería bueno recordar que nosotros, quienes conformamos el pueblo de México, y no sólo nosotros, vivimos también diferentes formas de persecución. Vivimos la persecución de los inocentes, como en la época de Herodes, como en la época de la conquista en la que muchos niños mestizos, por no ser considerados de sangre pura, eran abandonados. También vivimos la persecución contra la vida, vivimos la persecución contra la familia, vivmos la degradación de la persona, de la dignidad humana. Ante estas nuevas formas de persecución, Dios quiere decirnos que no estamos solos, que Él sigue siendo nuestro Buen Pastor, que nos pastorea y que nos lleva a la fuente de agua viva, quien es Él mismo. Para llevarnos a El, utiliza diversos medios, uno de ellos es, como mencionamos anteriormente, María.
María contribuye con Dios, en su “Sí” aceptándonos como hijos, acepta guiarnos también. Ella así lo hizo con san Juan Diego. Juan Diego también sufrió persecusión por parte de los españoles, de las personas que no le creyeron que veía a María, de quienes pensaron que estaba loco o que padecía alguna enfermedad psicológica. Juan Diego fue puesto en movimiento por estas persecusiones, el también huyó en un momento de su misión, huyó también de la cita que ya tenía con la Madre de Dios. Huyó como muchos perseguidos, pero, como toda persecución que nunca se sale del control de Dios, esta huída de nuestro hermano san Juan Diego tampoco se salió del control de Dios; esta huída física encontrada al mismo tiempo con el cuidado y el amor de Dios a través de María, hizo que en el corazón de Juan Diego, naciera un movimiento, quizás el más importante, el movimiento de la conversión del corazón, el movimiento de la entrega total a Dios por medio de María.
El Buen Pastor siempre vela por nosotros, María, nuestra Madre de Guadalupe vela también por nuestra nación. Podrá haber persecusiones como las que hay hoy, podrán venir más, sin embargo Dios nos dice: “Yo soy el Buen Pastor,  mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás; nadie las arrebatará de mi mano. Me las ha dado mi Padre, y él es superior a todos...”.


Esto debe de llenarnos de alegría y de agradecimiento porque Él es fiel, nunca nos deja y siempre nos ayuda. Demos gracias a Dios también por darnos a Santa María de Guadalupe quien también vela por
nuestra nación y por cada uno de nosotros, ovejas del rebaño del pueblo de México. 


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