“El que se humilla será ensalzado” domingo xxxi del tiempo ordinario

“El que se humilla será ensalzado”
Reflexión para la homilía del 5 de Noviembre del 2017 Hacia los 500 años del Acontecimiento Guadalupano.
Hermanos, en la primera lectura del libro de Malaquías, escuchamos una llamada de atención especialmente a los sacerdotes, es decir a las autoridades eclesiásticas del pueblo judío. Lo que Dios dice a través del profeta Malaquías es que quiere que los sacerdotes entreguen a Dios la ofrenda que Él se merece y no otra y aunque esta lectura va dirigida a los sacerdotes del pueblo judío, Ustedes hermanos deben rezar por todos nosotros, por todos los sacerdotes católicos, deben rezar por mí para que tenga siempre presente lo que Dios espera de mi como ofrenda. Todas las personas que tenemos una figura pública somos tenemos mucha responsabilidad ante Dios de lo que hacemos y decimos a los demás. Claramente Dios dice que algunos sacerdotes han hecho tropezar a muchos con su doctrina, porque se han desviado del camino, porque no dan buen ejemplo, porque algunos de ellos no cumplen la ley, es decir los mandamientos, y ponen una carga pesada a otras personas. Reclama Dios entonces una ofrenda digna.
Del salmo, podemos sacar una oración de súplica a Dios, podemos, no nada más los sacerdotes, si no todos, querer poder decir de verdad lo que dice el Salmo:
“Mi corazón no se ha ensoberbecido, Señor,
Ni mis ojos se han vuelto altaneros.
No he pretendido grandes cosas
Ni he tenido aspiraciones desmedidas.”
Pero pensemos hermanos, ¿de verdad mi corazón no se ha ensoberbecido?, ¿de 
verdad mis ojos no se han vuelto altaneros?, ¿de verdad no he pretendido cosas grandes ni he tenido aspiraciones desmedidas? Si somos honestos con nosotros mismos, podemos ver que no se cumple lo que dice el salmo al 100% en nuestra vida, en nuestro corazón. Sin embargo, hermanos, vean lo que dice el siguiente párrafo del salmo, es muy importante ya que nos da la respuesta de qué es lo que podemos hacer para que estas palabras se vuelvan vida en nosotros, el salmo dice:
“No, yo aplaco y modero mis deseos:
Como un niño tranquilo en brazos de su madre, Así está mi alma dentro de mí.”

La clave está en tratar de aplacar y moderar nuestros deseos como un niño tranquilo en brazos de su madre y ahora que estamos recordando a la Virgen de Guadalupe, vale la pena recordar una parte esencial de su mensaje: Ella nos dice:
118. "-Por favor presta atención a esto, ojalá que quede muy grabado en tu corazón, Hijo mío el más querido: No es nada lo que te espantó, te afligió, que no se altere tu rostro, tu corazón. Por favor no temas esta enfermedad, ni en ningún modo a enfermedad otra alguna o dolor entristecedor.
119. ¿Acaso no estoy yo aquí, yo que tengo el honor de ser tu madre? ¿Acaso no estás bajo mi sombra, bajo mi amparo? ¿Acaso no soy yo la fuente de tu

alegría? ¿Qué no estás en mi regazo, en el cruce de mis brazos? ¿Por ventura aun tienes necesidad de cosa otra alguna?
Vean hermanos que Dios por medio de María nos dice precisamente que estamos en
el cruce de sus brazos y para poder estar en sus brazos, debemos tener espíritu de niños, y si vivimos como niños entregándole a Ella todo lo que no podemos hacer, nuestra vida, nuestros trabajos, nuestras preocupaciones, ¿ustedes creen que Ella no nos dejará con una total tranquilidad y se encargará de todo lo nuestro como lo dice el salmo? Entonces si descubrimos de repente que no le entregamos a Dios la ofrenda que El nos pide, debemos recurrir a Santa María de Guadalupe, y Ella, llevándonos en el cruce de sus brazos, con seguridad nos enseñará y nos llevará a hacer lo que Dios espera de nosotros.
En la segunda lectura el apóstol San Pablo les dice a los Tesalonicenses todo los esfuerzos y fatigas que él ha hecho para poder transmitirles la Palabra de Dios, les dice también que está dispuesto a dar su vida por ellos y también les comparte que está agradecido porque ellos, a quienes considera sus hijos, han recibido la Palabra de Dios y ésta actúa en ellos. Así también nos pasa a nosotros los sacerdotes, somos felices de compartirles a ustedes la Palabra de Dios y le damos gracias a Dios cuando la reciben cuando la escuchan y cuando vemos que también actúa en ustedes.
Por ultimo hermanos, en la lectura del santo Evangelio vemos el mismo reproche que aparece en la primera lectura, Jesús reprocha a los escribas y fariseos el que piden que los demás cumplan las leyes pero ellos no las cumplen, así es que vemos que los sacerdotes necesitamos mucho de su oración para poder cumplir lo que Dios espera de nosotros y poder ser ejemplo para ustedes para que no se diga de nosotros: “hagan lo que les dicen pero no lo que hacen”.
En los últimos renglones del evangelio encontramos una hermosa frase y que es clave para todos nosotros:
“Que el más grande de ustedes se haga servidor de los otros, porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado.” En el Acontecimiento Guadalupano hermanos podemos encontrar un claro ejemplo de esto: San Juan Diego, durante su proceso de conversión en los encuentros con María, finalmente reconoce lo que él es y se humilla, reconoce la verdad y dice: “porque yo de verdad no valgo nada, soy mecapal, soy cacaxtle, soy cola, soy ala... Y Dios lo ensalza y San Juan Diego se vuelve servidor de todos al contar el relato de las apariciones de Santa María de Guadalupe durante los 17 años siguientes de su vida. El se humilló y Dios lo ensalzó y es un gran santo al cual podemos imitar para alcanzar la santidad por medio de la entrega de nuestra vida a María.
Demos entonces gracias a Dios por el regalo de Santa María de Guadalupe y pidamos a San Juan Diego interceda por nosotros para que seamos como niños, para que sepamos vivir como él en el cruce de los brazos de María, para que recordemos siempre que María quiere que recordemos su mensaje y con seguridad, estando en los brazos de María, Ella nos llevará a ser la ofrenda que Dios espera de nosotros. 

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