Uno de los más grande dones que Dios nos ha dado es María, ¿cómo lo estamos aprovechando?

Uno de los más grande dones que Dios nos ha dado es María,
 ¿cómo lo estamos aprovechando?
Reflexión para la Homilía del 19 de noviembre de 2017
Hacia los 500 Años del Acontecimiento Guadalupano
Libro de Proverbios 31, 10-13.19-20-30-31
Salmo 128 (127), 1-2.4-5.
Primera Carta de San Pablo a los Tesalonicenses 5, 1-6.
Evangelio según San Mateo 25, 14-30

Hermanos:
De la Primera lectura pueden todos pensar, sobre todos los esposos o los jóvenes con vocación al matrimonio, ¿quién no quisiera tener una esposa, así como lo describe la primera lectura?  Fíjense cómo dice: ella, hablando una buena ama de casa, le hace el bien a su esposo y nunca el mal todos los días de su vida, trabaja, abre su mano al desvalido y tiende sus brazos al indigente. Y fíjense cómo dice: engañoso es el encanto y vana la hermosura: la mujer que teme al Señor merecer ser alabada. Los hombres, los muchachos deberían de fijarse en una mujer que tema al Señor, que esté cerca de Él y que para ella Dios sea primero.

Ahora les pregunto a las esposas, ¿no les gustaría ser como la buena ama de casa que describe la primera lectura? Dice: una buena ama de casa ¿quién la encontrará? Es mucho más valiosas que las perlas, y dice casi al final hablando de ella, entréguenle el fruto de su trabajo y que sus obras la alaben públicamente. ¿No les gustaría que se refirieran así de ustedes?, pero, ¿cuál es nuestra realidad?, nuestra realidad es que es difícil ser así y es difícil encontrar a una esposa así. Sin embargo, no hay que desanimarnos, porque si contamos solo con nuestras propias fuerzas, pues solo nos entrará el desaliento y el desánimo, ¿qué hacer? ¡No desanimarnos! y escuchemos la primera clave que nos da el Salmo: “Feliz el que teme al Señor y sigue sus caminos”, si haces esto, y “sigues sus caminos, comerás del fruto de tu trabajo, serás feliz y en todo te irá bien”, y vuelve a decir: “tu esposa será como vid fecunda, sus hijos como retoños de olivos, etc.”
¿Se dan cuenta?
Con la primera Lectura vemos lo que nos gustaría ser o tener y el salmo nos da la clave: ¡Feliz el que teme al Señor y sigue sus caminos! Esa es la clave, pero entonces, ¿por qué no vivimos así?, ¿por qué no se encuentra una esposa así? y ¿por qué a veces las esposas queriendo ser como dice la primera lectura, no lo consiguen? Las esposas quieren y a veces no pueden ser así, los esposos quieren encontrar a una mujer así, pero se van más por la vana ilusión y el engaño físico en lugar de buscar a una mujer o a una muchacha que tema al Señor. Pues bien, todo esto es porque nuestra realidad es que somos muy débiles y frágiles, esta es nuestra verdad.
En la segunda lectura San Pablo nos da una segunda clave aparentemente sencilla:  que permanezcamos despiertos y seamos sobrios. Pero volvemos a los mismo, a veces no podemos estar siempre atentos a lo que Dios espera de nosotros y nos dejamos dominar o vencer por nuestras fragilidades y debilidades, esta es nuestra realidad.
En la lectura del Santo Evangelio, Nuestro Señor nos enseña que da diferentes talentos a cada uno, y la pregunta que Él nos hace hoy es: ¿Cómo aprovechas tus talentos? Talentos son todas las cosas buenas que Dios nos da, son dones fáciles, agradables, sin embargo, a veces también las podemos desperdiciar. Por ejemplo, la familia, los hijos son un don, ¿los cuidamos?, la esposa es un don, ¿la cuidamos como un perla preciosa? El esposo es un don, ¿lo valoramos? Pues si somos realmente sinceros con nosotros mismos, podemos ver que a veces sí, pero, siguiendo siendo sinceros, encontraremos que a veces no tratamos estos dones tan grandes de Dios como debiéramos.
Entonces vemos que, todo lo que Dios nos da es un don, y que es un don también saber aprovecharlos, cuidarlos, valorarlos y ponerlos al servicio de los demás, pero, ¿qué pasa cuando no podemos y nos damos cuenta que malgastamos algo o que no lo ponemos al servicio de los demás? Un sacerdote decía, eso que no puedes hacer y te das cuenta, puede volverse también un don. Si, oyeron bien, es un don el reconocer que no podemos aprovechar todos los dones o talentos de Dios. ¿Saben por qué? Porque este don de reconocer que por ejemplo a veces no tratamos bien al esposo, a la esposa, a los hijos a los padres, a los compañeros de trabajo, etc., nos da la oportunidad de acudir a Dios y de humillarnos y de reconocer nuestra verdad. Si nosotros reconocemos alguna fragilidad y vamos con Dios y le pedimos, con un corazón contrito y humillado su ayuda, esta fragilidad se vuelve un don que me impulsa a acercarme a Dios y a abrir mi corazón para pedirle que me dé la gracia de poder hacer lo que El me pide ya que yo veo que fallo y que no puedo.
Acordémonos siempre del don de la Madre, del don que Dios nos dio al darnos a Santa María de Guadalupe, recuerden que Ella nos dice que, ante el reconocimiento de nuestras fragilidades, recurramos a Ella ya que Ella como buena Madre y Madre perfecta, podrá consolarnos y ayudarnos. Recuerden que su mensaje es actual, Ella sabe que estando en el cruce de sus brazos será la fuente de nuestra alegría, y Ella nos dice que nada debe preocuparnos. Sin embargo, para que no nos preocupen nuestras debilidades y estemos siempre alegres, hay algo que debemos hacer y que sin esto no se cumple el mensaje. Lo que nos toca hacer es acudir a Ella, aprovechar el don de María, que tal vez uno de los dones más grande que hemos recibido, debemos aprender a vivir del consuelo maternal que Dios nos regala por medio de María, Dios expresa su amor maternal por medio de la Virgen de Guadalupe, hagámosle caso, escuchemos su mensaje para que, viendo nuestras fragilidades nos entreguemos en sus brazos, y nos conduzca a ser siervos buenos y fieles para que cuidemos, valoremos y pongamos al servicio de los demás los dones que por Misericordia de Dios hemos recibido.


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El DIRECTORIO HOMILETICO recomienda

CEC 2006-2011:   nuestro mérito por las obras buenas proviene de la gracia de Dios
CEC 1038-1041: el Juicio Final pondrá en evidencia nuestro mérito
CEC 1048-1050: Ser laboriosos en espera del retorno del Señor 
CEC 2331-2334: la dignidad de la mujer
CEC 1603-1605: el matrimonio en el orden de la creación.



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