Nuestra Madre de Guadalupe nos enseña a obedecer primero a Dios antes que a los hombres

Nuestra Madre de Guadalupe nos enseña a obedecer primero a Dios
antes que a los hombres
Reflexión para la Homilía del 5 de mayo de 2019
Tiempo de Pascua
Tras las huellas de San Juan Diego
Primera Lectura: del libro de los Hechos de los Apóstoles 5, 27-32. 40-41 
Salmo: 29
Segunda Lectura: del Libro del Apocalipsis del apóstol san Juan 5, 11-14 

Lectura del santo Evangelio según san Juan 21, 1-19
Queridos hermanos:
La Primera Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles narra la persecusión contra los apóstoles. El sumo sacerdote les reclama la desobediencia ante la orden de no hablar de Jesús. La lectura hace ver que los apóstoles lograban comunicar verdaderamente las enseñanzas de Jesús, lo vemos en la frase; “han llenado toda Jerusalén con sus enseñanzas”. Pero Pedro nos da una enseñanza con su respuesta: “debemos obedecer primero a Dios antes que a los hombres”. Aquí podemos hacer una comparación con el camino de san Juan Diego. Cuando nuestro hermano Juan Diego tenía ya una cita con la Madre de Dios la Virgen de Guadalupe para que le diera la señal que el Obispo había pedido, Juan Diego la deja plantada. Esto sucedió, si recuerdan bien, porque el tío de Juan Diego, Bernardino, estaba enfermo y necesitaba cuidados y a un sacerdote que lo auxiliara. Juan Diego creyó que esto era lo que tenía que hacer, pensó que tenía que obedecer lo que el creía como una necesidad y un acto de caridad para con su tío, pero este acto bueno, no correspondía con lo que Dios esperaba de él. Dios más bien quería que Juan Diego aprovechara el don de María, quería que respondiera primero a Su voluntad respondiento al don de María; Ella lo estaba esperando para ayudarlo. Sin embargo, Juan Diego se equivocó, obedeció primero a lo que él creía que debía hacer, y no obedeció a la voz de Dios expresada en María. Muchas veces nos pasa así a nosotros, que nos encontramos ante una disyuntiva y no sabemos leer cuál es la voluntad de Dios y nos equivocamos, y desobedecemos con esto a Dios. Podemos pensar que Dios quería que acudiera a su Madre para pedirle ayuda con la enfermedad de su tío, pero Juan Diego no era aún capaz de ver con claridad. Así nos pasa muchas veces a nosotros.
El Salmo de hoy también nos ayuda a profundizar en el camino tras las huellas de san Juan Diego, ya que leemos en él también su vida, pues el Señor al final, no dejó que se rieran de Juan Diego sus enemigos. Primero nadie le creía que tenía encuentros con María, pero al final, Dios lo exhaltó y así dejaron de burlarse de él. Dios nos somete a pruebas porque nos ama, porque quiere que nos abramos a su amor, pero siempre sale en nuestra ayuda.
Con la Segunda Lectura del Apocalipsis de San Juan somos introducidos en esta visión de alabanza, honor y gloria a Cristo nuestro Señor y este hecho es confirmado, querido y promovido también por María de Guadalupe, pues Ella se presenta mostrándonos al Salvador a quien trae consigo en su vientre. El mensaje de nuestra Madre de Guadalupe es “Jesús vivo”.

En la Lectura del Santo Evangelio Jesús nuestro Señor no enseña que nos da una misión. A Pedro y a sus apóstoles le dio la misión de ser pescadores de hombres. Pero cuando se les aparece mientras intentaban pescar, no habían pescado ni un solo pez, y les da la instrucción de echar las redes al lado derecho de la barca. Y entonces pescan muchos peces. Esto nos dice que en la misión en la que cada uno de nosotros está, nosotros, por nosotros mismos, sin Jesús, nada podremos hacer, justo como los apóstoles. El quiere decirnos hoy que para cualquier tarea, grande o pequeña, fácil o difícil que tengamos en nuestra vida, en nuestra cotidianidad, sea cual sea nuestro estado de vida, siempre lo necesitamos a El. Si nosotros no contamos con El, nada podremos pescar, nada podremos hacer. Esta lectura también nos enseña que después de pescar, dejando ayudarnos por El, dejando que El haga todo en nostros y por nosotros, nos invita a comer. Los apóstoles se sentaron a comer pescado con nuestro Señor. Esto nos habla del alimento que necesitamos para tener fuerzas para realizar nuestras tareas, para llevar a cabo nuestra misión. Jesús nos alimenta de El mismo, con su Cuerpo y con su Sangre, porque sólo en comunión con El podremos realizar nuestra misión.
Entonces vemos que somos débiles y como Juan Diego muchas veces somos desobedientes a lo que Dios espera de nosotros, somos débiles y muchas veces queremos realizar nuestras cosas solitos y nos olvidamos de Dios, somos débiles y no sabemos muchas veces discernir cuál es la voluntad de Dios en nuestras vidas. Sin embargo, veamos la esperanza que Dios nos da con su Presencia. Nos da a su propia Madre quien nos sale al encuentro como le salió al encuentro a san Juan Diego con las palabras: “No estoy yo aquí que soy tu Madre? Nos sale al encuentro con tal eficacia por que Ella porta al Salvador y nos lo muestra y nos enseña a mirarlo y a ir a El. Vivamos en la esperanza que nos da el sabernos acompañados por Jesús siempre, vivamos en la certeza de que se ha quedado con nostros hasta el fin del mundo, principalmente en su Presencia en la Eucaristía.
Hoy nos recuerda Jesús que quiere alimentarnos con El mismo, quiere que vivamos en comunión con El ayudados por María para recibir así toda la fuerza, la gracia, la sabiduría y el poder de Cristo para entregarnos así también nosotros a Dios y a nuestros hermanos.
Que nuestro hermano san Juan Diego, nos siga ayudando a abrirnos al camino que Dios nos ha regalado, que nos ayude a dejarnos encontrar y guiar por santa María de Guadalupe; podemos estar seguros, al ejemplo de san Juan Diego, que entregándonos a María, acogiéndola en nuestra casa y en todo el espacio de nuestra vida interior, nos encontraemos con Cristo y podemos entregarnos junto con El a los demás.
Que la alegría de la Pascua permanezca en nuestros corazones. Que así sea 

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