La importancia de vivir en la doble verdad y de entregarse a María

La importancia de vivir en la doble verdad y de entregarse a María
Reflexión para la Homilía del 3 de diciembre de 2017, Primer Domingo de Adviento

Hacia los 500 Años del Acontecimiento Guadalupano

Libro de Isaías 63,16b-17.19b.64,2b-7. 
Salmo 80(79),2ac.3b.15-16.18-19. 
Carta I de San Pablo a los Corintios 1,3-9. 
Evangelio según San Marcos 13,33-37.


Hermanos:
En la Primera lectura, el profeta Isaías nos recuerda que somos arcilla y que Dios es nuestro alfarero, Él es nuestro hacedor, nuestro creador y todos somos obra de sus manos.
También Isaías nos presenta en esta lectura una doble verdad,
  1. 1)  la primera es la verdad de que nosotros somos frágiles y muy débiles pecadores,
    habla muy fuerte diciendo que toda nuestra justicia es como un trapo sucio y,
  2. 2)  la segunda verdad es la de que Dios es un Padre, que nos salva de nuestros propios pecados, de nuestras rebeldías contra Él, de nuestras impurezas; Él nos salva, Él
    es Quien nos redime de todo el mal en el que caemos y del mal que hacemos.
A partir de esto pudiera surgir en nosotros la pregunta: si Dios es todo poderoso y bueno, si Él nos hizo y nosotros somos débiles pecadores, ¿por qué a veces parece como si nos abandonara a nuestras debilidades?, ¿por qué parece como si no hiciera nada para evitar nuestras caídas? Y la respuesta es: somos libres y, en el ejercicio de nuestra libertad muchas veces nos equivocamos porque nuestra naturaleza humana está enferma por el pecado, y caemos. Sin embargo, Él nunca nos abandona, nos deja Su ayuda especialmente a través de los Sacramentos y por eso necesitamos acudir a Quien nos salva de la manera que Él nos propone, y Él nos propone acercarnos a la gracia por medio de los Sacramentos y por medio
de la oración.
Ver esta doble verdad, aceptar esta doble verdad, vivir en esta doble verdad, la verdad
de quiénes somos nosotros en realidad delante de la verdad de Quién es Dios, es la clave de la santidad. Vivir conscientes de quienes somos, delante de Quién es Dios nos ayudará comprender y a querer decir junto con el Salmo de hoy: “que tu mano sostenga al que está tu derecha, al hombre que tú fortaleciste, y nunca nos apartemos de ti: devuélvenos la vida e invocaremos tu Nombre”. Esto es verdad, sólo si Dios nos sostiene, entonces no caeremos ni nos alejaremos.
Corroboramos esto también en la Segunda Lectura de la Primera Carta de San Pablo a los Corintios. Dios nos da sus gracias a través de su Hijo Jesús, a través de la Redención y nos da la garantía de que, si estamos con Él y si vivimos en comunión con Él, Él mismo nos mantendrá firmes hasta el fin, para que seamos irreprochables en el día de su venida.
Sólo Dios es Quien puede mantenerlos irreprochables, esto no lo podemos lograr nosotros con nuestras propias fuerzas, no debemos confiar en nosotros mismos, sino que debemos confiar en Dios porque Él es fiel, y Él nos llamó a vivir en comunión con su Hijo Jesucristo. Así es que si vivimos en comunión con Jesús podemos confiar en que Él mismo nos fortalecerá para no caer.
Quiero recalcar que de verdad es muy importante vivir en esta doble verdad y, sería bueno intentar tenerla presente lo más posible cada día:
  1. 1)  Nosotros somos débiles y pecadores, pero
  2. 2)  Dios nos ama y nos salva por medio del sacrificio Redentor de Su Hijo.
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Vivir en esta doble verdad nos puede llevar a lo que describe San Marcos en la lectura del Santo Evangelio en donde Jesús nos invita a estar prevenidos. Vivir en esta doble verdad nos hará estar alertas y estar prevenidos, porque si nos reconocemos pecadores, buscaremos la Reconciliación con Dios y Jesús nos reconciliará con el Padre. Y esto es estar prevenidos para el día en el que el Señor nos llame. No nos vaya a suceder, nos dice Jesús, que cuando venga Nuestro Señor, o cuando Dios nos llame a Su Presencia, nos encuentre dormidos, nos encuentre en el pecado, en la lejanía de Dios y de sus consejos. No vaya a ser que no vivamos en la verdad de que necesitamos ser salvados por Él, porque si no reconocemos que necesitamos la Salvación, podemos desperdiciar la propia Salvación. Debemos estar prevenidos ante la llegada de nuestro Señor como nos dice Jesús.
¿Qué podemos hacer para ser conscientes de nuestra verdad delante de la verdad de Dios? ¿Qué podemos hacer para estar prevenidos? ¿Qué podemos hacer para vivir en la verdad de que necesitamos ser salvados siempre? Dios nos deja una ayuda muy importante, nos deja a María quien, como buena Madre, sabe cómo enseñar a sus hijos.
Además de que María fue la primera criatura que imitó a nuestro Señor, María conoce perfecto el camino de la verdad, Ella siempre vivió en la verdad de que fue salvada incluso anticipadamente. Ella sabía que Dios la previno de caer permitiendo que naciera sin pecado original. El 8 de diciembre, celebraremos precisamente la fiesta de la Inmaculada Concepción, inmaculada significa: “sin mácula”, esto es “sin mancha” pero esto fue posible gracias a las gracias de la Redención que anticipadamente la salvó incluso del pecado original. Después, el 9 de diciembre celebraremos la fiesta de San Juan Diego. San Juan Diego, quien siguió las huellas de María, se dejó guiar por Ella, se entregó a Ella, él es un gran ejemplo para nosotros mexicanos. María, Santa María de Guadalupe le dijo que en sus brazos no tendría que preocuparse de nada más.
Hermanos, imitemos nosotros a San Juan Diego quién, después de reconocer su verdad, de aceptarla, de vivirla, de saberse incapaz de cumplir con la misión, de vivir su propia rebeldía, de reconocer que intentó sacarle la vuelta a Santa María de Guadalupe en el cerro del Tepeyac, fue capaz de entregarse a María y en Ella entregarse a Jesús. De esta forma San Juan Diego, en los brazos de María, se mantuvo viviendo en la verdad de su fragilidad e incapacidad para hacer lo que Dios le pedía, pero también entregado a María pudo dedicar todo el resto de su vida, compartiendo el Acontecimiento Guadalupano, compartiendo el mensaje más importante en toda la historia de nuestra nación. San Juan Diego, entregado a María fue capaz de imitarla, fue capaz de ofrendar su vida por el mensaje divino. Imitémosle a él, entreguémonos a María para que seamos capaces de desear dar nuestra vida como ofrenda, así como lo hizo San Juan Diego. Santa María también ofreció su vida como Madre nuestra para ayudarnos y de esta forma, si nos entregamos a Ella, María nos llevará a su Hijo sin duda alguna.
AMÉN. 

DEL DIRECTORIO HOMILETICO
Primer domingo de Adviento
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CEC 451, 671, 1130, 1403, 2817: “¡Ven, Señor Jesús!”
CEC 35: Dios dona a los hombres la gracia para poder aceptar la revelación y acoger al
Mesías
CEC 827, 1431, 2677, 2839: reconocer que todos somos pecadores

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