Disposición para recibir el don de la Fe, arrepentirnos y creer en la Buena Noticia al ejemplo de San Juan Diego



Disposición para recibir el don de la Fe, arrepentirnos y creer en la Buena Noticia al ejemplo de San Juan Diego

Reflexión para la Homilía del 18 de febrero de 2018,
Hacia los 500 Años del Acontecimiento Guadalupano

Libro de Génesis 9, 8-15. 
Salmo 25(24),4-5.6-7.8-9. 
Epístola I de San Pedro 3,18-22. 
Evangelio según San Marcos 1,12-15.


Queridos hermanos: 



En la primera lectura Dios nos recuerda la alianza que hace con nosotros y nos muestra en ella el gran amor que Dios tiene por cada una de sus criaturas, pero en especial el gran amor que tiene por el ser humano. Vemos que, cuando el hombre se aleja de Él, de su verdadera felicidad, Dios hará siempre lo que sea para acercarnos de nuevo y salvarnos. Lo vemos en el caso del diluvio, que fue necesario según los designios de Dios para corregir, salvar, purificar; y vemos también el amor de Dios por la alianza que realiza después del mismo. Sin embargo, el hombre siempre necesita purificación.

En el Salmo de hoy también nosotros descubrimos la necesidad continua que tenemos de ser guiados y de que Dios nos muestre el camino cuando estamos extraviados, de que siempre salga al encuentro de nuestros desvíos y de que siempre nos ayude a aprovechar la salvación que ya nos fue dada mostrándonos así siempre su amor y compasión. 

Tenemos siempre la necesidad de nos guíe para llevarnos a obrar rectamente.

En la epístola Primera de San Pedro se hace referencia de nuevo al diluvio. La necesidad de la purificación. El agua del diluvio representa lo que Dios es capaz de hacer para salvarnos. Y por esto dos dice que el diluvio es figura del bautismo, con el cual se borran nuestros pecados y gracias al bautismo somos salvados, nos invita pues esta lectura a acordarnos de que el bautismo es un compromiso con Dios de intentar tener una conciencia pura la cual sería imposible sin la resurrección del Señor.

Y por esto, en la lectura del Santo Evangelio, podemos ver también cómo Dios actúa para purificarnos y nos da el ejemplo en la vida de Jesús nuestro Señor. Recordemos que Jesús se hizo semejante a nosotros en todo, excepto en el pecado, y por tanto Jesús no necesita una purificación, sin embargo, vivió las tentaciones por las que nosotros también pasamos para capacitar nuestra humanidad y acompañarnos en ella. Nos dice el Santo Evangelio que Jesús fue llevado al desierto y que, después de 40 días y 40 noches y de haber sido tentado, el tiempo, al final de la lectura nos dice, se había cumplido, el Reino de Dios está cerca, y nos dice que nos convirtamos y que creamos en la Buena Noticia.

Hermanos, vemos claro como todos necesitamos purificación y, para purificarnos Dios tiene el tratamiento adecuado para cada uno. Dios sabe lo que queda uno de sus hijos necesita para regresar y estar cerca de El viviendo en la verdad. A este trabajo que Dios hace en cada uno de nosotros, en nuestras vidas y por medio de la circunstancias es a lo que se le llama purificación. La purificación significa ver la verdad de nosotros mismos, son maquillaje, sin disfraz, significa ver en realidad quienes somos son Dios y qué haríamos sin la gracia de Dios y al mismo tiempo también significa ver la verdad de Dios, es decir ver que nos ama por ser como somos, no a pesar de cómo somos, sino por ser como somos, su amor es amor de compasión.

Para ir por este camino, para dejarnos llevar por Dios en él, Dios nos deja ayudas, ejemplos de vida que pueden ayudarnos para caminar con paz y esperanza en el camino de las pruebas y de la purificación que nos corresponda. Es importante y de gran ayuda para nosotros mexicanos analizar la vida del más grande humilde y poderoso santo mexicano, y éste es San Juan Diego. Él, después de haber sido introducido a la vida del cristianismo, no había sido purificado aún en la verdad, y esto lo podemos constatar si analizamos un poco su historia.
Sabemos que San Juan Diego tuvo tres encuentros con María. Durante el primer encuentro, el iba muy animado a cumplir su misión, sin embargo, al paso de los rechazos, humillaciones y ante la falta de que el obispo le creyera, San Juan Diego se fue desanimando, y pasó esto a tal grado que quiso abandonar su misión, abandonar el camino, sacarle la vuelta a María e irse òr otro lado. Podemos comprobar que este es el camino hacia Dios, y que así nos pasa también a nosotros, a veces nuestras decisiones, aunque sean por un momento, pueden llevarnos a alejarnos del camino que Dios quiere para nosotros. Así nos dice el salmo de hoy, el hombre extraviado, cansado, necesita ser encontrado por Dios para regresar al camino, y esto fue lo que precisamente San Juan Diego experimentó en su vida y esto es lo que nos deja como ejemplo para que no nos desanimemos, ya todos sabemos que justo cuando San Juan Diego estaba yéndose por otro lado Dios lo socorrió enviando a María para corregirlo con la mirada de Amor de la Madre e indicarle qué es lo que debía hacer. Lo llama a tener paciencia, a confiar cuando ve su verdad, y esto no se lo enseña tanto con las palabras, que son hermosas, esenciales y las más consoladoras que una Madre pueda dar a un hijo, pero sobre todo se lo muestra con el hecho de que, justo cuando él huía, María le sale al encuentro y no le reprocha nada, sino que, lo mira con amor. Y es en este momento cuando San Juan Diego recibe la señal para el Obispo, y recibe las rosas, pero no sólo estas, recibe también el don de la fe y con esto María lo capacita para obrar como Dios esperaba de él, lo capacita para obrar correctamente y es cuando se obra el milagro y convence al obispo. Así que, hermanos, debemos tener la confianza que surge de la certeza de que María nos saldrá al encuentro todas las veces que sean necesarias para convencernos de que, las pruebas que vivimos, son una llamada de Dios, y nos son dadas para purificarnos, y en San Juan Diego podemos ver que, en medio de nuestros problemas y en los continuos encuentros con Ella, algún día recibiremos el don de la fe verdadera que nos capacitará para obrar en nuestra vida según lo que Dios espera de nosotros.

Terminada nuestras purificaciones, nuestras pruebas, podremos decir, como nos lo enseña el Evangelio: “ahora el Reino de Dios está más cerca, arrepintámonos y creamos en la Buena Nueva del Amor de Dios por nosotros, de la Salvación y de la compañía de Santa María de Guadalupe”. Pidamos también a nuestro hermano San Juan Diego nos ayude en este camino y que, como él, nos dejemos mirar por María y nos dispongamos a ver la verdad de nosotros mismos que Dios mismo nos muestra para recibir así el don de la Fe verdadera y actuar a favor de nuestros hermanos. Que así sea. 



Del Directorio Homilético


Primer domingo de Cuaresma
CEC 394, 538-540, 2119: la tentación de Jesús
CEC 2846-2949: “No nos dejes caer en la tentación”
CEC 56-58, 71: la Alianza con Noé
CEC 845, 1094, 1219: el Arca de Noé prefigura la Iglesia y el Bautismo 

CEC 1116, 1129, 1222: Alianza y sacramentos (especialmente el Bautismo) 
CEC 1257, 1811: Dios nos salva por medio del Bautismo 

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