Acoger de nuevo el testamento de la Cruz para ser apóstoles de María al ejemplo de San Juan Diego Domingo XV del TO

Acoger de nuevo el testamento de la Cruz para ser apóstoles de María al ejemplo de San Juan Diego
Reflexión para la Homilía del 15 de julio de 2018,
Tras las huellas de San Juan Diego
Primera Lectura del libro del profeta Amós 7, 12-15
Salmo 84
Segunda lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (1,3-14) 

Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,7-13)
Queridos hermanos:
En la Primera Lectura del libro del profeta Amós, nos encontramos con experiencias que comúnmente los profetas viven: los profetas no son profetas en su propia tierra porque no son reconocidos como profetas y no los escuchan y por tanto sufren rechazos, incomprensiones, desprecios, calumnias, etc. Podemos recordar, a partir de esta lectura, que todo lo anterior también lo vivió y lo sufrió nuestro más grande santo mexicano quien es San Juan Diego.
San Juan Diego fue escogido por Dios para que por medio de María se realizara su voluntad que era la de que hubiera paz entre dos pueblos en conflicto que humanamente era imposible de lograr. Vale la pena analizar la vida de San Juan Diego y el camino por el cual Dios, por medio de María lo llevó. Al principio, durante sus dos primeros encuentros con el Obispo, San Juan Diego fue rechazado, no fue creído, fue humillado, y por todo esto él estaba muy desanimado. Puede decirse que durante esta etapa del proceso de conversión de San Juan Diego, él fue derrumbado de las propias ilusiones sobre sí mismo, él, después de estos dos encuentros, se sentía derrotado, sabía que él no podía convencer al Obispo, él se dio cuenta de que no servía nada, este sufrimiento fue tan grande porque él de verdad quería servir a María, pero aún así quiso abandonar la misión, quiso no ver más a María y quiso intentar resolver su problema (la situación de su tío) por él mismo. San Juan Diego entonces pensó que no servía para nada y esto lo podemos leer en el Nican Mopohua cuando él le dice a María que se busque a otra persona, porque él no podía con esa misión. Vemos que el desprecio e incomprensión sufridos por haber sido escogido por María para que fuera con el obispo, le ayudaron a ser humilde y a tener cierta disposición interior para que entonces se realizara el milagro.
A partir del Salmo de hoy también podemos reflexionar en el Acontecimiento Guadalupano, porque las palabras maternales de Dios expresadas por medio de María en el mensaje del Tepeyac, son palabras que sin duda nos llenan paz y si nosotros abrimos nuestro corazón a escuchar de nuevo las palabras de Dios por medio María, obtendremos todo lo que nos dice Dios a través del Salmo. Al acercarnos a nuestra Madre Santísima de Guadalupe en medio de algún conflicto, enfermedad, dificultad o tribulación sin duda Dios por medio de María nos ayudará a que la misericordia y la verdad se encuentren, a que la justicia y la paz se besen, a que la fidelidad de nuestros corazones brote y la justicia venga del Cielo. Porque Dios por medio de la intervención de María en 1531 logró todo lo anterior. Y entonces, guiados por María podremos seguir verdaderamente al Señor.
De la Segunda lectura de la carta de San Pablo quiero recalcar dos cosas muy importantes:
- la primera es que Dios designó que fuéramos sus hijos,
- y la segunda es que quiso hacerlo por medio del Sacrificio Redentor de nuestro Señor Jesucristo. Jesús, con su muerte y Resurrección nos hace verdaderos hijos de Dios y hermanos suyos. A partir de esto podemos reflexionar y profundizar también un poco más en el mensaje del Tepeyac que siempre es actual y nos enseña cosas muy importantes.
Primero analicemos cómo Jesús, quien nos hace por su Sacrificio, hijos Dios, justo en el testamento de la Cruz antes de morir, nos da en herencia a María como Madre, en este momento Jesús le dice al apóstol Juan, y en él a nosotros nos lo dice también: “hijo ahí tienes a tu Madre, Madre ahí tienes a tu hijo”. Es en este momento en el que Dios por medio de su Hijo nos entrega a María como Madre y por lo tanto nos hace verdaderos hijos de María y hermanos de Jesús. Pero fíjense, en estas palabras: “Madre, ahí tienes a tu hijo, hijo ahí tienes a tu Madre”, y ¿qué leemos en el mensaje del Tepeyac? Leemos que María nos dice: “¿no estoy yo aquí que soy tu Madre?” Estas palabras podrían ponerse abajo del testamento de la Cruz como una reafirmación del papel de María en relación a sus hijos. Con esto también podemos pensar en el carácter universal que tienen estas palabras y que refuerzan el testamento de la Cruz.
En la aclamación del Aleluya pedimos a Dios ilumine nuestras mentes para que podamos comprender cual es la esperanza que nos da su llamamiento. Podríamos nosotros en este momento pedirle también a Dios que nos ilumine para conocer la esperanza que nos da el ser hijos de Santa María de Guadalupe, para que comprendamos su mensaje y podamos vivirlo y para que podamos también sobre todo transmitirlo a nuestros hermanos, a los que se sienten tristes, cansados, desanimados, desolados, a los que tienen alguna enfermedad, algún problema, a los que han caído en algún pecado y que los tiene como esclavizados. Pidamos a Dios nos ilumine para recibir con mayor apertura su mensaje por medio de Santa María de Guadalupe.
Si nosotros nos abrimos al mensaje del Tepeyac, podremos seguir aquello que Dios nos pide y que nos narra el Evangelio de hoy, podremos ser verdaderos discípulos del Señor para que estando bajo la sombra y resguardo de Santa María de Guadalupe y formados por Ella misma al ejemplo de San Juan Diego, podamos ir al encuentro de nuestros hermanos y cumplir con la misión que Dios nos tiene encomendada a cada uno de nosotros en relación a nuestros hermanos.
Pidamos la intercesión de san Juan Diego para que nos ayude a tener la disposición adecuada que Dios por medio de Santa María de Guadalupe logró en él, pidamos que nos abramos al don de la fe verdadera como la recibió san Juan Diego quien después de su proceso de purificación fue capaz de creer que lo que Dios quiere, Dios lo hace, porque Dios quería el milagro de la aparición de María en su tilma y con esto también convencer al Obispo de Su voluntad, y Dios lo hizo. De verdad demos gracias a Dios por la presencia de María de esta forma tan especial en México y pidámosle, por la misma intercesión de nuestra Madre, por todos los problemas de todos y cada uno de los mexicanos, pidamos por la conversión de todo México para que podamos también, de la mano de María, ser ejemplo de que el camino bajo la mirada

de María es un camino que nos lleva a la total conversión a nuestro señor, y que este ejemplo ayude a nuestros hermanos de todas las naciones del mundo entero. 

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