María de Guadalupe nos anuncia a Jesús, quien nos bautiza con el Espíritu Santo

María de Guadalupe nos anuncia a Jesús, quien nos bautiza con el Espíritu Santo
Reflexión para la Homilía del 13 de enero de 2019
El bautismo del Señor
Tras las huellas de San Juan Diego

Primera Lectura: del Libro del profeta Isaías 40, 1-5, 9-11
Salmo: 103
Segunda Lectura: de la carta del apostol san Pablo a Tito 2, 11-14; 3, 4-7

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 3, 15-16. 21-22
Queridos hermanos:
En este día celebramos el Bautismo del Señor y, en la Primera Lectura del Profeta Isaías, encontramos una hermosa analogía para seguir reflexionando sobre el camino de san Juan Diego y el Acontecimiento Guadalupano.
Iasías nos presenta la conversión que Dios realiza durante el desierto, es decir, durante las dificultades que pasamos en nuestras vidas. Estas dificultades, que son todos y cada uno de nuestros problemas y de cualquier tipo, o como pueden ser también las pruebas que no entendemos y que son muy dolorosas y en las que a veces nos parece que Dios nos ha abandonado y nos sentimos solos, todas estas son precisamente como un un desierto, son el desierto que nos ayuda a prepaparnos y a abrirnos al Señor. Isaías describe en la lectura que, en la cumbre de una montaña se proclaman buenas noticias, noticias que nos dicen que ahí está nuestro Dios, el Señor que viene con poder, asegurando el dominio, quien apacienta como un Pastor a su rebaño y quien amorosamente lo reune; quien lleva en brazos y conduce con delicadeza... ¡Qué hermosa analogía encontramos aquí con el Acontecimiento Guadalupano!: En la montaña del Tepeyac, se nos da un mensaje, el mensaje del amor maternal de Dios por medio de Santa María de Guadalupe, mensaje que nos dice que Jesús, nuestro Pastor, vive, nuestro Dios nos es mostrado en el vientre de Santa María de Guadalupe en la montaña del Tepeyac.
Y al ver esta maravilla, no podemos hacer menos que cantar con el salmo: “Bendice al Señor, alma mía, Señor y Dios mío, inmensa es tu grandeza. Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto”. María de Guadalupe encuelve con su vientre, con su manto y con la luz de Dios que la rodea a nuestro Señor y Ella nos lo muestra. Dios nos envía a su Espíritu quien habita en María para renovarnos y renovar todo.
En la Segunda Lectura de San Pablo a Tito encontramos elementos que nos ayudan a profundizar un poquito más en el gran prodigio que Dios realizó con nuestra nación a través del Acontecimiento Guadalupano. En Santa María de Guadalupe se ha manifestado la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres. Fíjense como dice la lectura que esta gracia, refieriéndose al don de Dios mismo, a su Presencia encarnada, nos enseña a renunciar a una vida sin religión y a renunicar a los deseos del mundo para que vivamos en la espera de la feliz esperanza de la manifestación gloriosa de nuestro Señor, el cuál se entregó a sí mismo por nosotros, para redimirnos y purirficarnos. Así, el Señor, con su muerte y resurrección nos convierte en su pueblo. Se manifestó la bondad de Dios y su amor a los hombres y nos salvó no porque hubiéramos hecho algo digno de merecerlo sino por su misericordia. Por su misericordia también envía a María de Guadalupe para el surgimiento de nuestra nación y, al ejemplo del

Bautismo del Señor, millones de indígenas, después de las apariciones en 1531, desean y piden el bautismo. El bautismo los regeneró y los renovó por la acción del Espíritu Santo, y el Espíritu Santo hace esto mismo con nosotros, nos regenera y nos renueva. Dios derramó su Espíritu sobre nosotros, por medio de Cristo nuestro Salvador, y así, justificados por Él, nos convertirmos en herederos de la esperanza de la vida eterna.
La Lectura del Evangelio de san Juan, nos hace pensar en el don tan extraordinario que se nos da en el Espíritu Santo. Jesús bautiza con el Espíritu Santo y con fuego nos dice san Lucas. Esto también hace referencia al don de Santa María de Guadalupe, porque María es el trono, la casa en donde habita el Espíritu Santo y, María nos he dada como Madre para llevarnos al Señor. Así es que el Acontecimiento Guadalupano, presentándonos la encarnación del Hijo de Dios por el Espíritu Santo, también nos anunica de cierta forma el bautismo en el Espíritu Santo que Jesús realizará y realiza sobre nuestras almas por medio de su Sacrificio Redentor y en el Sacramento del Bautismo. Por eso se abrió el cielo y se oyó una voz que Dios quiere que escuchemos también todos nosotros hoy: “Tu eres mi Hijo amado, en ti me complazco”. Dios nos llama a escucharlo, su misma voz por medio de esta lectura nos lo indica, pero por su gran misericordia y por nuestra gran debilidad quiso darnos una ayuda extraordinaria para abrirnos a este don del Espíritu Santo, del Espíritu de Dios. Esta ayuda es María, criatura de Dios llena de gracia y a quien Dios toma como instrumento para guiarnos y abrirnos a su mismo Espíritu.
María es “la casa” del Espíritu Santo, Ella está llena de Él, y es Ella misma, María, quien en Guadalupe nos vuelve a decir que oigamos la voz de su Hijo, Ella misma, con el poder del Espíritu Santo nos guía, nos conduce para con su Hijo, para que aprovechemos su Amor Misericordioso y su Salvación.
Hermanos, encontramos siempre en las lecturas dominicales una referencia al Acontecimiento Guadalupano, no hay lectura del Evangelio que no podamos relacionar con esto. Esto es porque María vive en el Tepeyac y Jesús en su vientre es la Oalabra Encarnada, por tanto, todo el Evangelio cabe en el Acontecimiento Guadalupano porque María nos presente a Jesñus vivo, a la Palabra hecha carne.
Pidámosle a Dios nos abramos a este don que Dios realizó en nuestras tierras con el don de María de Guadalupe. Aprovechemos la ayuda maternal de Dios que nos ofrece a través de su y nuestra Madre. Pidámosle también a nuestro hermano san Juan Diego, quien conoce muy bien este camino de entrega a María, nos acompañe y nos ayude tambiénn a ir por su mismo camino en brazos de nuestra Madre y bajo su sombra y resguardo.
Que así sea. 

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