Mirar a Cristo es fuente de esperanza y María, nuestra Madre de Guadalupe nos invita siempre a mirar Jesús Reflexión para la Homilía del 14 de abril de 2019


Mirar a Cristo es fuente de esperanza

y María, nuestra Madre de Guadalupe nos invita siempre a mirar Jesús

Reflexión para la Homilía del 14 de abril de 2019
Domingo de Ramos
Tras las huellas de San Juan Diego

Primera Lectura: del libro del profeta Isaías 50, 4-7

Salmo: 21
Segunda Lectura: de la carta del apóstol san Pablo a los filipenses 2, 6-11 Lectura del santo Evangelio según san Lucas 22, 14-23, 56.

Queridos hermanos:
En este Domingo de Ramos inciamos la celebración de la Semana Santa en la que todos somos invitados a vivir junto con Jesús lo que hemos escuchado en el Evangelio: su pasión muerte y resurrección.
En la Primera Lectura, el profeta Isaías nos recuerda que la fortaleza del Señor nunca falta cuando estamos en medio de las pruebas, así como nunca falta el consuelo y el consejo que podemos recibir de diversas maneras en medio de las mismas. Esto nos muestra que el Señor nunca nos deja solos y nos muestra sobre todo su gran Amor.
En el Salmo 21 escuchamos acerca de las burlas que recibió nuestro Señor, burlas que sigue recibiendo cuando entre nosotros somos indiferentes, nos burlamos, o nos lastimamamos entre nosotros.
En la Segunda Lectura de san Pablo a los Filipenses, él nos habla de la humillación aceptada por nuestro Señor Jescuristo por Amor a nosotros. Él no hizo alarde de su categoría divina, obedeció al Padre por Amor, y humillándose aceptó la muerte de cruz. Y Dios lo exaltó de manera que ante Él toda rodilla se doble. Estas lecturas nos hablan del Amor.
Toda persona que sabe reconocer la verdad de la propia fragilidad, de las propias caídas, toda persona que acepta humillarse delante del Amor que perdona, dobla la rodilla ante tan grande Amor porque ha sido salvada.
Así que en esta Semana Santa que iniciamos hoy, tratemos de ver a Jesús en la Cruz, no como queriendo provocar en nosotros compasión hacia Él, sino más bien, tratemos de mirar a la Cruz, como María nos enseña, pues Ella, Madre de Jesús y Madre nuestra quiere que aprendamos a vivir el misterio de nuestra Salvación de forma correcta. La forma correcta es pues, mirar a Cristo en la Cruz y abrirnos a la esperanza de la Salvación que nos es dada. Porque Jesús murió para salvarnos, Jesús aceptó la muerte para perdonarnos, Jesús se dejó clavar en la Cruz porque quizo con esto clavar ahí mismo todos y cada uno de nuestros pecados, todos y cada uno de los pecados de toda la humanidad. Mirar a Cristo en la Cruz debe sanarnos, alegrarnos, llenarnos de agradecimiento porque con Él, murieron nuestros pecados.
Grabémonos esto hermanos: ¡Qué gran esperanza debe darnos mirar a Cristo en la Cruz!, ¡qué gran confianza debe nacer en nosotros que, después de escuchar las lecturas en días pasados sobre la mujer

que cometió adulterio y el hijo pródigo, Dios nos enseña más de cómo es Él! Ya dijo el Papa Francisco: ¡Dios no se cansa nunca de perdonar!
Nosotros no tenemos buena imagen de Dios, por eso mismo nos cuesta mucho perdonarnos a nosotros mismos y perdonar también a los demás. Nuestra mala imagen de Dios, quien es puro Amor, está distorisonada y pensamos a menudo que Él es como nosotros y no, ¡Dios no es como sonostros! Dios es siempre Amor, Él nunca cambia y su Amor no depende de nuestro comportamiento que a veces no es como debiera de ser, su Amor no depende de las errores que cometemos, su Amor es siempre El Amor que siempre está dispuesto a recibirnos con los brazos abiertos. Por esta mala imagen que tenemos de Dios, es que nos cuesta tanto trabajo perdonarnos a nosotros mismos y a los demás. Pero, por el gran Amor de Dios, por su continuo Amor hacia nosotros, nos regaló una ayuda, nos dio a su Madre justo a los pies de la Cruz, y María nos quiere enseñar sobre todo cuánto Dios nos ama. El acto de darnos a su Madre como Madre nuestra es también un acto del Amor Misericordioso de Dios por nosotros.
Santa María de Guadalupe nos muestra en su vientre a Jesús, y todos los milagros que ocurren en la Basílica ocurren porque María trae en su vientre al Salvador. Todo aquél que mira al Salvador puede ser sanado, curado, salvado. De aquí la importancia de mirar a Santa María de Guadalupe, mirarla a Ella es como responder al regalo que Jesús nos hizo de Ella y a al mismo tiempo, Ella nos regresa la mirada a Aquél que nos amó hasta dar su vida por nosotros.
La eficacia de nuestra Madre de Guadalupe radica en que Jesús está en su vientre, todo aquél que la mira en realidad mira a Jesús a quien Ella porta. Por eso suceden tantos milagros en la Basílica.
Que en esta Semana Santa que empezamos hoy, miremos a Cristo en María y Dios nos regale la gracia de ver con mayor profunidad que en la Cruz Jesús se dejó clavar para clavar con Él a nuestros pecados y esto nos muestra la grandeza de su Amor.
Que san Juan Diego, hermano que nos precede en el camino de la fe para los mexicanos, y no sólo para los mexicanos, nos ayude a recibir el Amor de Dios expresado en María para que nazca en nosotros siempre la esperanza, la alegría y la gratitud que nos otorga la Salvación.
Que así sea 

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