Reconocer mi miseria para aprovechar la Redención Domingo tercero de pascua

Reconocer mi miseria para aprovechar la Redención
Reflexión para la Homilía del 15 de abril de 2018,
Tercer Domingo de Pascua
Tras las huellas de San Juan Diego
Libro de los Hechos de los Apóstoles 3,13-15.17-19. 
Salmo 4,2.4.7.9.
Epístola I de San Juan 2,1-5a.
Evangelio según San Lucas 24,35-48.


Queridos hermanos:
En la Primera Lectura los Hechos de los Apóstoles podemos reflexionar que lo que Pedro le dice al pueblo, es también ahora para nosotros. Pedro les dice que actuaron contra Jesús por ignorancia y así también muchas veces nosotros con certeza caemos en lastimar a Jesús con nuestras acciones, con seguridad lo maltratamos cuando maltratamos a nuestros hermanos, ya sea con palabras, con obras, con falta de amor, con falta de consideración y de atención; y al lastimar a nuestros hermanos, lastimamos a Jesús Quien vive en cada uno de nosotros. Caemos en esto muchas veces por ignorancia, por debilidad, porque somos frágiles y pecadores.
Sin embargo, si nosotros reconocemos esta verdad, si estamos pendientes y continuamente analizamos nuestros actos yendo con sinceridad a ver nuestro corazón, y si Dios ilumina con su luz nuestra conciencia veremos bien clara nuestra fragilidad, nuestras faltas y nuestras miserias, si hacemos este ejercicio de tratar de descubrir la verdaderas intenciones de nuestro corazón y nos encontramos con nuestra verdad, podremos decir junto con el Salmo de hoy:
“Respóndeme cuando te invoco, Dios, mi defensor,
Tú que en la angustia me diste desahogo: ten piedad de mí y escucha mi oración. (...) Porque sólo Tu Señor aseguras mi descanso...”

Todos somos pecadores y frágiles capaces de lastimar a Jesús, a nuestros hermanos, continuamente caemos en estas faltas, lo importante es verlo, aceptarlo para acudir al Señor y pedir su Misericordia. Si nosotros no tratamos de hacer este examen de conciencia, podemos desaprovechar las gracias que Dios puede otorgarnos para vivir en la verdad y aprovechar así el Sacrificio que hizo para salvarnos.
Por esto San Juan nos invita, en la segunda lectura, a que no pequemos, pero nos dice que si alguno de nosotros pecamos, recordemos que tenemos a Alguien que nos defiende. Aquél a quien lastimamos es el mismo que entregó su vida para defendernos y salvarnos. Defendernos de nosotros mismos, de nuestra capacidad al mal, de nuestras miserias y pecados, nos salva de nuestro propio pecado, nos defiende del mal que hay en nosotros.
Si nosotros somos cada vez mas conscientes de esta verdad, de que Jesús murió por mi pecado, para salvarme de mi pecado, querremos, movimos por la gracia que nos viene de la Cruz, cumplir aquello que El nos pide. Pero esto hermanos, es un proceso, por esto es importante siempre estar pendientes de nuestro corazón de vigilar nuestro corazón como decía

San Juan Pablo II, debemos tener una vigilancia del corazón lo mas seguido que podamos para entregarle a Jesús la verdad que ahí encontremos y pueda una y otra vez salvarnos de lo que vemos. Así acudimos a la Misericordia de Dios.
Si logramos habituarnos a hacer este examen de conciencia en nuestro actuar y pensar, y si cada vez somos mas conscientes de nuestra verdad y de la verdad de Dios, de la verdad de que fallamos y de que somos frágiles a cada momento pero que precisamente por esto Dios nos ofreció la vida de su Hijo para salvarnos, entraremos en esa paz que nos libera, esa paz de la que habla Jesús al encontrarse con sus apóstoles después de la Resurrección, porque al ver y al aceptar nuestra verdad comprenderemos cada vez mejor, iluminados por la gracia de Dios, que Jesús vino a salvarnos de eso que vemos, de eso que somos, viene a salvarnos de nosotros mismos, de nuestras propias miserias, y es precisamente cuando vemos esta verdad y la verdad del amor de Dios como aprovechamos el Sacrificio que El hizo para salvarnos.
Si nosotros creemos que somos buenos y que nunca fallamos, en esa medida nos cerramos al Sacrificio de Jesús por nosotros.
Nos puede ayudar mirar a Jesús en la Cruz y pensar que, fue necesario tan grande Sacrificio porque así de grandes son o podrían ser mis pecados propios. De esta manera hermanos, cuando Dios nos de la gracia de reconocer algún mal en nuestro corazón, tendremos la confianza de que Dios quiere que veamos nuestra verdad para aprovechar el Sacrificio de su Hijo, para entregarle ese mal que vemos y sea lavado por la preciosa sangre de Jesús, esta es la única manera de aprovechar la Redención, de aprovechar el sufrimiento de nuestro Señor Jesucristo, porque si creemos que no tenemos pecado, entonces podríamos pensar que no necesito a Alguien que me defienda y que me salve.
Pidamos a María, llena de gracia, quien era consciente de su total debilidad nos dejemos formar por Ella para ver con mas claridad la verdad de nuestra alma y, sencillos y humildes como Ella acudamos a su Hijo para aprovechar la Salvación que nos consigue por medio de su Sacrificio.
Pidámosle también a nuestro hermano san Juan Diego que nos ayude a reconocer la verdad de nosotros así como él lo hizo y, una vez viendo esa verdad podamos entregarnos verdaderamente a Santa María de Guadalupe para que Ella nos haga humildes y nos capacite para poder cumplir con la misión que Dios nos tiene designada a cada uno de nosotros.
Que así sea! 


Del directorio homilético


CEC 1346-1347: la Eucaristía y la experiencia de los discípulos en Emaús
CEC 642-644, 857, 995-996: los Apóstoles y los discípulos dan testimonio de la Resurrección 

CEC 102, 601, 426-429, 2763: Cristo, la llave para interpretar las Escrituras
CEC 519, 662, 1137: Cristo, nuestro abogado en el cielo 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Santa María de Guadalupe nos ayuda a abrirnos al Espíritu Santo que Dios nos envía

Santa María de Guadalupe nos ayuda a abrirnos al Espíritu Santo que Dios nos envía Reflexión para la Homilía del 26 Mayo de 2019 Tiempo...