El amor de Dios por su viña (Israel), el amor de Dios por su pueblo (México)

El amor de Dios por su viña (Israel), el amor de Dios por su pueblo (México)

Homilía para el Domingo 8 de Octubre de 2017

Hacia los 500 Años del Acontecimiento Guadalupano
El Domingo pasado leímos que el pueblo de Israel, el pueblo escogido por Dios, le preguntó a Dios si era justo su proceder, y vimos cómo Dios le respondió preguntándole al pueblo: ¿acaso no será más bien injusto tu proceder?
Reflexionamos en cómo nosotros, después de vivir el terremoto, de vivir inclemencias del tiempo como huracanes, inundaciones, después de vivir tan cerca la violencia, y también, después de vivir muchos problemas en nuestras familias o en nuestro trabajo, podríamos hacerle a Dios esta misma pregunta. ¿No es injusto Tu proceder con nosotros? Y hoy el profeta Isaías en la primera lectura nos explica un poco más sobre el actuar de Dios para con nosotros. El profeta empieza narrándonos de manera poética el amor que su amigo, es decir Dios, tiene por su viña, es decir por nosotros. Describe todo lo que hizo por hacer nacer a su viña, por cuidarla y por hacerla crecer y madurar. Nos dice que, entre muchos otros cuidados, le puso una cerca, para protegerla. Y esto mismo hace con nosotros, nos da la vida como nación mexicana por medio de María, nos cuida dejándonos a María a vivir con nosotros y nos quiere hacer crecer bajo el cuidado de Ella para llegar a la madurez y para dar frutos. Vemos que también ha hecho muchas cosas para cuidarnos. Y así como el dueño esperaba uvas de su viña, así esperaba y espera frutos en nosotros como personas, como familias, como pueblo, como nación. Sin embargo, en su viña amada sólo encontró agraces, el agraz es una uva no madura, es como el zumo agrio que saca una uva que no ha madurado, tiene un sabor amargo, y no gusta al paladar. Nos dice que no encuentra fruto en nosotros.
Y entonces el dueño de la viña llama a habitantes de Jerusalén y de Judea a juzgar la situación, y el dueño de la viña les pregunta: ¿qué más puedo hacer que no haya hecho para que la viña de fruto? Y se pregunta: ¿Por qué no ha dado fruto?
Enseguida les dice lo que hará con esa viña que no dio frutos, y les dice que derribará su seto y que servirá de pasto, que romperá su cerca y será pisoteada, que crecerán juntos la zarza y el espino, etc., y explica que la viña es la casa de Israel, el pueblo elegido, y podemos también pensar que la viña, para nosotros mexicanos, es México, somos nosotros porqué podríamos decir por analogía que México, por las apariciones de la Virgen de Guadalupe, es también un pueblo escogido, así como Israel.


 En 1725  "Conmovido Benedicto XIV a vista de la belleza de la pintura de cabrera de la virgen de Guadalupe, se postró reverente, exclamando “Non fecit taliter omni nationi”, —No hizo cosa igual con ninguna otra nación—, frase proveniente del Salmo 147.
Por eso podemos estar seguros de que México fue escogido, por alguna razón para que se diera este gran milagro de Santa María de Guadalupe no realizado en ningún otro lugar. Y vemos a partir de la primera lectura y también a partir del Evangelio que el dueño, quien es Dios esperaba de esta viña, de este pueblo justicia, y encontró iniquidad, esperaba honradez pero encontró angustia.
Hermanos, vemos que Dios nos ama mucho, pero espera de nosotros conversión, el nos hace nacer por medio de Santa María de Guadalupe, nos cuida, pues nos la deja como una ayuda protectora, y espera de nosotros honradez, justicia, frutos, pero no los encuentra.
Pero, ¿qué podemos hacer ante nuestra falta de frutos y nuestra fragilidad humana? Fijémonos en esta parte del Salmo que dice:
“¡Ven a visitar a tu vid,
La cepa que plantó tu mano
El retoño que Tu hiciste vigoroso
Y nunca nos apartaremos de ti: 


Devuélvenos la vida e invocaremos tu Nombre Restáuranos Señor de los ejércitos
que brille tu rostro sobre nosotros y seremos salvados!”

Podemos pensar que esta petición a Dios en el salmo es como un grito de ayuda que sale desde nuestras experiencias ahora y esto es lo que podemos hacer, hagamos esta oración después de vivir las circunstancias de nuestra vida, ojalá todos los momentos difíciles que vivamos sean como una oración a Dios, en donde le decimos: “ven a visitarnos de nuevo como lo hiciste cuando enviaste a Santa María de Guadalupe que te llevaba en su seno, ven otra vez y nunca nos apartaremos de ti, devuélvenos esa vida que teníamos cuando recién se apareció Santa María en el Tepeyac”. Ven a visitarnos de nuevo es más bien que nosotros volteemos a ver a María como San Juan Diego la miró. En ese entonces hubo una gran conversión y muchos se bautizaron, y todos vivían de una manera profunda y vigorosa los valores cristianos, debemos decirle volteando a ver a Santa María de Guadalupe: “devuélvenos esa vida Señor, restáuranos otra vez” por medio de María, “que brille tu rostro sobre nosotros y seremos salvados”.
Hermanos, al reflexionar y ver que en nuestra vida no hemos dados los frutos que Dios espera de nosotros, cuando vemos que no damos las gracias a Dios por la Presencia tan especial de María en México, cuando vemos que fallamos a Él al fallarle a nuestros esposos/esposas, hijos, padres, maestros, alumnos, cuando vemos también que fallamos como ciudadanos, como hijos de María, podemos sentir cierta angustia, sin embargo San Pablo, en la segunda lectura nos dice: “no se angustien por nada, y ante cualquier circunstancia recurran a la oración y a la súplica, acompañada de acción de gracias”. Hermanos, esto es muy importante, recurrir como mexicanos que somos a Santa María de Guadalupe en cualquier circunstancia que nos genere angustia o temor debemos acordarnos de que Ella nos suplica a nosotros que nada nos debe angustiar si recordamos que estamos en el cruce de sus brazos. Debemos acordarnos ante cualquier circunstancia que como mexicanos ese es nuestro lugar, los brazos de María y si recurrimos a Ella ante la súplica que Ella misma nos hace de que nada más nos angustie, y sabiendo que estamos en un lugar seguro, hagamos la otra petición que san Pablo nos hace: démosle gracias a Dios por el regalo de María, ¡no hay un lugar más seguro para estar que en el cruce de sus brazos, bajo su sombra y resguardo! ¡En un mejor lugar no se puede estar! ¡Acordémonos lo más que podamos que ahí estamos! Esta es una manera de prepararnos hacia los 500 años de las apariciones que serán en el año 2031. Recordamos que San Pablo nos dice: “...no se angustien por nada y recurran a la oración y a la súplica, acompañados de acción de gracias- para presentar nuestras peticiones a Dios.
Pidamos a Dios por medio de María, agradecidos por Ella y estando en sus brazos por todos los problemas de todos los mexicanos y ahí entramos todos. En el cruce de los brazos de María tendremos paz, la misma paz de Dios porque Santa María de Guadalupe está embarazada del Redentor del mundo y esto nos quiere decir que donde está María está el Hijo y donde está el Hijo está María. Ellos cuidarán nuestros corazones y pensamientos.
Por eso, leamos lo que dice aquí enfrente: “que la paz de Dios que sobrepasa Toda inteligencia, custodie sus corazones y pensamientos”. María nos da esa paz que necesitamos, María y Jesús al mismo tiempo nos la dan.

Lo que a nosotros nos toca, lo que Dios nos pide es recordar y aprovechar la Presencia de María, acordarnos lo más que podamos que estamos en el cruce de los brazos Él quiere que vivamos de las palabras de su Madre, que son las palabras maternales de El mismo, las palabras del Tepeyac. Mientras más hagamos esto en nuestra vida por medio de lo que vivimos, más nos estaremos preparando para celebrar los 500 años de su Presencia especial en México. 

Reflexion de la Mtra. Lucia de la Encarnación Pérez Terés.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Santa María de Guadalupe nos ayuda a abrirnos al Espíritu Santo que Dios nos envía

Santa María de Guadalupe nos ayuda a abrirnos al Espíritu Santo que Dios nos envía Reflexión para la Homilía del 26 Mayo de 2019 Tiempo...