Santa María de Guadalupe invita a dejarnos llevar por el camino de la humildad Domingo XIX del T.O. ciclo B

Santa María de Guadalupe invita a dejarnos llevar por el camino de la humildad

Reflexión para la Homilía del 21 de octubre de 2018, 
Vigésimo Noveno Domingo del tiempo ordinario

Tras las huellas de San Juan Diego
Primera lectura: Isaías 53, 10-11
Del Salmo 32
Segunda lectura: Lectura de la carta a los Hebreos 4, 14-16 
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 10, 45


Queridos hermanos:
En la Primera Lectura del libro de Isaías, vemos cuánto Dios nos ama que, a través del camino de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, nos marca el propio camino para encontrarnos con Él. El Amor que Jesús nos tiene en el Padre y en el Espíritu Santo se nos revela en la Encarnación, en la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor. Jesús nos enseña desde el inicio de su vida en la tierra, el camino de la humildad. Dios Uno y Trino quiso en la Persona de Jesús entregar su vida para darnos la salvación. Isaías nos explica que Dios quiso quebrantar a Jesús con sufrimientos y entregando Jesús su vida voluntariamente paga de esta forma por todos nuestros pecados. Es Jesús, el Hijo de Dios que haciéndose humilde y yendo por el camino de la humildad nos marca el camino para seguirlo. El camino para seguirlo es el mismo que el de Él, es decir el camino de la humildad.
El Salmo nos recuerda que la Palabra de Dios es sincera y que todas sus acciones son leales, esto quiere decir que todo su actuar y todo lo que permite en nuestra vida es por su amor, por su lealtad hacia nosotros comprometida con nuestra salvación. Él se fija en quienes confían en su misericordia, para salvarlos de la muerte, para reanimarlos en tiempo de hambre y, nos dice que, el que espera en el Señor, Dios mismo se vuelve su escudo.
En la Segunda Lectura de la carta a los Hebreos, el autor nos asegura que tenemos ya un Juez en el Cielo, y este Juez es Aquél que ha dado su vida por nosotros. Por esto nos invita a mantenernos firmes en la fe que profesamos. Jesús no es un Juez incapaz de compadecerse de nosotros y de cada uno de nuestros sufrimientos, incluso si estos son causa de una mala decisión nuestra, o de una fragilidad, o de un pecado, sino que, precisamente asumió nuestra naturaleza humana probando toda clase de sufrimiento que nosotros vivimos, excepto el pecado, para sanarnos, para salvarnos y es por esto que debemos estar seguros de que Él se compadece de todos y cada uno de nuestros sufrimientos, no es indiferente nunca, no importando la causa. Y esta carta nos da un consejo hermoso y muy valioso, nos dice: Acerquémonos pues con confianza a este Juez que dio su vida por nosotros, acerquémonos al Trono de la gracia, quien es Jesús mismo para obtener así la misericordia y encontrar la gracia en el momento oportuno. Esto es muy importante hermanos. Primero debemos confiar en nuestro Juez que es Bueno y Compasivo y después, acercándonos a Él, obtendremos la fuerza necesaria, la gracia para de encontrar el socorro oportuno, la ayuda oportuna para seguir en el camino de Jesús, en el camino de la humildad. Si se dan cuenta, nuestra fragilidades y caídas nos hacen más conscientes de quiénes somos y de cuánta ayuda necesitamos del Señor, ser conscientes y experimentar nuestra verdad nos hace poner los pies en la tierra y ver en realidad que sin la gracia de Dios somos capaces de abandonar el camino del seguimiento a Jesús.
El Evangelio de hoy en la lectura de San Marcos, Dios nuestro Señor también nos instruye y refuerza las primeras lecturas en la importancia del camino de la humildad. Cuando los dos apóstoles le piden estar uno a su derecha y otro a su izquierda, Jesús, después de decirles que ciertamente ellos beberán el cáliz de la amargura como Él, ese lugar no le corresponde a Él decidirlo.

Aprovecha nuestro Señor para darnos una lección esencial a todos nosotros, en nuestro camino hacia Él. Nos dice: No deben oprimirse entre ustedes, no deben tratarse como lo hacen los dirigentes de este mundo y añade, el que quiera ser el más importante, que sea su servidor, el que quiera ser el primero, que sea esclavo de todos, pues el Hijo del Hombre tampoco ha venido a ser servido sino a servir. ¡Él nos da el ejemplo!
Hermanos es indispensable ser humildes para encontrarnos con el Señor, para unirnos con Dios en la Comunión de su Amor. Jesús fue el primero quien anduvo por este camino de la humildad, pues dejó su divinidad para hacerse uno como nosotros, después escoge nacer de una mujer, la mas sencilla, humilde, y escoge nacer en situaciones de una posición muy baja, por ejemplo, María por algunos judíos, al quedar embarazada por el Espíritu Santo, es considerada como una mujer adúltera que según la ley de Moisés debería morir a pedradas. Jesús es entonces para algunos de nuestros hermanos judíos fruto del pecado mortal. Después nace en Belén, junto a unos animales, María también ocupa los lugares más bajos, más humildes, pues da a luz a su Hijo entre animales. Después son perseguidos, Jesús se vuelve enemigo del Estado porque Herodes lo busca para matarlo y tienen que huir volviéndose inmigrantes por causas políticas. Después cuando regresan no pueden quedarse en Belén y se van a vivir a la ciudad mas humilde que es Nazareth de la cual el profeta Natanel dijo: ¿qué bueno puede salir de Nazareth?. Luego viene la condenación a muerte, como si fuera el más grande malhechor. Luego muere entre dos bandidos coronado de espinas, etc. Jesús se despoja de todo, se vuelve el más humilde, el servidor de todos. Ocupa los lugares mas humildes y entregando toda su vida desde la Encarnación, hasta la muerte, continuando esta donación, en la Eucaristía, nos salva.
María también dijo: “He aquí la esclava del Señor hágase en mi según tu Palabra”. Esto nos enseña la importancia del camino de la humildad, de ser servidores, de ser esclavos.
Observemos esto también en el camino de nuestro más grande santo patrón San Juan Diego. Dios lo lleva por el camino de la verdadera humildad, es despreciado, humillado, no creído, tratado como si su alma fuera inferior a la de un humano, etc. Pero después, al final, Dios los exalta, porque cuando María se aparece en su Tilma, todos los presentes se arrodilla excepto Juan Diego. Fue como si Juan Diego tuviera una custodia en sus manos y todos caen de rodillas al suelo. Por eso el Magníficat dice: derribó de su trono a los poderosos y exalto a los humildes.
Hermanos Dios nos marca el camino que tenemos que seguir, este es el camino de la humildad. La humildad es indispensable para abrirnos a la Misericordia de Dios. Si nosotros, al e ejemplo de Jesús nuestro Señor, de nuestra Madre, de san Juan Diego, aceptamos las circunstancias de nuestra vida y las situaciones difíciles como humillaciones que son necesarias para abrirnos al Amor Misericordioso de Dios, viviremos mas tranquilos, mas en aceptación de saber que este dolor, este sufrimiento que estoy viviendo, es necesario para ser humilde, como Juan Diego, para abrirme así a la Misericordia de Dios y llegar a esta unión en el Amor que me sana, me cura, me rescata, me hace reconocer mi verdadera dignidad de hijo de Dios, de hijo de María.
Pidamos a nuestra Madre Santísima de Guadalupe nos recuerde sus palabras siempre presentes y actuales: ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás en el hueco de mi manto y en el cruce de mis brazos? Dejémonos amar por María, dejémonos guiar por Ella para que nos sane y de esta forma nos abramos a la unión con Cristo, verdadero objetivo del mensaje guadalupano.
Pidámosle a san Juan Diego nos ayude a ir tras sus huellas
Y en estos tiempos difíciles pidamos a Santa María de Guadalupe que salve a nuestra Patria y aumente nuestra fe.
Amén 

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