Nuestra Madre Santa María de Guadalupe nos lleva a desprendernos de todas las seguridades que no sean Dios

Nuestra Madre Santa María de Guadalupe nos lleva a desprendernos de todas las seguridades que no sean Dios
Reflexión para la Homilía del 11 de noviembre de 2018, Trigésimo Segundo Domingo del tiempo ordinario

Tras las huellas de San Juan Diego
Primera lectura: Lectura del libro de los Reyes 17, 10-16 Del Salmo 145
Segunda lectura: Lectura de la carta a los hebreos 9, 24-28 Lectura del santo Evangelio según san Marcos 12, 38-44


Queridos hermanos:
En la Primera Lectura del libro de los Reyes Dios nuestro Señor y Padre del Cielo nos enseña la importancia que tiene la confianza que espera que nosotros tengamos en Él. Y no sólo nos enseña la importancia de la confianza sino que nos enseña cómo Él mismo nos ayuda, con las cosas que nos pasan, a abrirnos a recibir el don de la confianza plena en Él. Todos en nuestra vida vivimos a veces tiempos difíciles, ¿no es cierto?, tiempos en los que muchas veces, por medio de las pruebas o de circunstancias adversas nos sentimos vulnerables, inseguros, indefensos, o incluso a veces con miedo, o con incertidumbre por el futuro. Y esto para todos nosotros es difícil. Sin embargo, todo esto de lo que nadie nos escapamos, es con certeza algo necesario en nuestra vida. Veamos por qué: La viuda de Sarepta se ve sometida a pruebas muy difíciles, primero podemos ver que ella era viuda y había sufrido en primer lugar la muerte de su esposo dejando huérfano de padre a su hijo. Después vemos que ella tenía que trabajar para mantenerse a ella misma y a su pequeño. Cuando el profeta la encuentra y le pide agua, pero después le pide también un pedazo de pan, ella le externa la situación extrema en la que se encuentran ella y su hijo, puesto que le dice al profeta que no tiene pan sino que sólo le queda un poco de harina como para un pan para ella y para su hijo, y sabemos que su situación es dramática cuando le dice: después de comer ese pan que haga con la poca harina que queda en la vasija, mi hijo y yo morirermos. El profeta insiste y le dice que primero le haga un pan para él diciéndole que de esta manera Dios no la dejará y la vasija nunca se vaciará. Al principio de esta historia podríamos pensar en que el profeta podría ser egoísta por pedirle el pan primero para él, o en que qué duro de corazón que quiere quitarle el último pan a la viuda y a su hijo, sin embargo Dios, por medio del profeta le otorga un gran regalo a la viuda y a su hijo. Vemos pues que ella es llevada a una prueba más, una prueba extrema, le pide que se quede sin nada aún con la probabilidad en su mente de que después se queden, ella y su hijo sin nada y y que incluso puedan morir. Con esto Dios la invita a dar un salto al vacío y a sumergirse en una confianza contra toda razón. El profeta le dice que si hace eso el Señor no la dejará y que su vasija de harina siempre estará llena. Si el profeta no la pone en esta situación extrema, si Dios a través de él no le pide esto, la viuda no hubiera sido testigo de este gran milagro. Así es que gracias a estas situaciones extremas permitidas en su vida, ella vio la gloria de Dios, su Amor, su Misericordia y recibió el don de la confianza plena en Dios.
De manera similar suceden estas cosas en nuestra vida hermanos, muchas veces somos llevados hasta el extremo en diversas situaciones y con muy distintos problemas y a través de diferentes circunstancias y, cuántas veces gracias a todo esto, Dios nos muestra su Amor, su Misericordia y su poder. Cuando nosotros vivimos situaciones difíciles que nos llevan al extremo, sean del índole que sean, al principio y muchas veces no comprendemos y no somos capaces de ver todo lo que Dios saca de bien a partir de estas circunstancias aparentemente adversas al bien en nuestra vida. Dios nos invita también a nosotros, a la confianza. Nos invita a una confianza plena en su voluntad, en su compañía en toda nuestra vida y especialmente en los momentos de prueba. Las pruebas son necesarias para hacernos humildes, para confiar en el Señor, y para tener una disposición adecuada y abrirnos al don de la fe verdadera.

Lo anterior nos lo corrobora también el Salmo de hoy por medio del cual Dios nos asegura que Él siempre se hace cargo de nosotros, Él nos libera, hace justicia, nos abre los ojos cuando no vemos, y nos cuida y nos acompaña aún cuando nos equivocamos en el camino.
En la Segunda Lectura es hermoso constatar la verdad de que Cristo intercede constantemente en la presencia de Dios por nosotros. Dios nos ayuda a abrir los ojos al Sacrificio de su Hijo haciendo un análisis comparativo con lo que hacían los sacerdotes en la antigua alianza, es decir antes de la venida de Jesús. Antes, los sacerdotes ofrecían constantemente sangre que no era suya, era más bien sangre de animales que ofrecían a Dios como sacrifricio; Cristo, por le contrario, se ofreció de una sola vez con el sacrificio de Sí mismo y así destruyó el pecado de todos y cada uno de nosotros. Cuando venga por segunda vez, se manifestará para la salvación de los que esperamos en Él y de los que, queremos aprovechar la Salvación ya realizada por el Sacrificio de Sí mismo por nosotros.
En la Lectura del Santo Evangelio Jesús también quiere enseñarnos la importancia del desprendimiento. Así como nos lo enseña con la viuda de sarepta, también nos lo enseña en el Evangelio igualmente con una viuda que dio la única moneda que tenía como limosna, a esta viuda no le importó qué iba a pasar con ella después. Ambas viudas no tenían seguridad alguna, no contaban con un esposo terreno que les aportara la seguridad que ellas necesitaban. Sin embargo, Dios se ocupa de ellas. Ellas no se aferran a lo último o a lo único que tenían para sobrevivir, y ambas vieron que Dios cumple con la promesa de no dejarnos nunca y de hacerse cargo de nuestra vida. Ambas fueron sometidas a prubeas muy duras, pero gracias a estas pruebas pudieron vivir, pudieron experimentar la verdad del Amor de Dios. Ambas, en su pobreza, dieron todo lo que tenían por los demás, y Dios se ocupó de toda su vida y de que no murieran.
Hermanos, Dios quiere hacernos pobres, Dios quiere someternos a pruebas para lograr en nostros esa confianza plena en su poder, en su Amor. Quiere hacernos pobres de espíritu a t ravés de las circunstancias difíciles que a veces vivimos, quiere destruir nuestra seguridades humanas para que nuestra única seguridad sea Aquél que puede hacer todo por nosotros.
¿Qué es lo más grande que quiere hacer Dios por nosotros? Quiere hacernos humildes, pobres. ¿Por qué? Porque quiere abrirnos al don de la fe profunda, porque recibiendo este don, seremos testigos de los milagros del Señor. Ahora bien, ¿cuáles son las más grandes milagros? Los más grandes milagros son los de la comversión del corazón, los más grandes milagros son los de amarnos unos a otros con el Amor de Cristo, con el Amor que no es egoísta, con el Amor que es capaz de dar la vida por los demás al ejemplo de Jesús nuestro Señor.
Dios nos ha dejado a su Madre en el testamento de la Cruz, Jesús, en Juan, nos dijo a todos: “Ahí tienes a tu Madre”. Santa María de Guadalupe nos dice: ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¡Una Madre nos ayuda siempre! Y más aún y de manera perfecta nos ayuda La Madre: Santa María de Guadalupe quien quiere llevarnos por el camino de la humildad, quiere hacernos pobres, como Ella, quiere prepararnos para confiar plenamente en el Señor. Ella así preparó a san Juan Diego, lo hizo pobre y capaz, al final de su preparación, de dar su vida por los demás, de dar los últimos años que tuvo a los demás explicando a todos los que llegaban a ver su Tilma qué había ocurrido y sobre todo transmitiendo las Palabras del Amor maternal de Dios expresadas por su y nuestra Madre Santísima de Guadalupe.
Pidamos a san Juan Diego nos ayude abrirnos a María, pidamos nos enseñe a dejarnos mirar por Ella, pidamos nos ayude a convencernos de lo que él vivió: aceptar estar en el cruce de los brazos de María.
Finalmente demos gracias a Dios por darnos a La Madre que quiere hacernos pobres y quiere capacitarnos para poder dar la vida por los demás. Y pidamos, por medio de Ella a Dios, por todos los problemas de todos y cada uno de sus hijos mexicanos.
Que así sea. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Santa María de Guadalupe nos ayuda a abrirnos al Espíritu Santo que Dios nos envía

Santa María de Guadalupe nos ayuda a abrirnos al Espíritu Santo que Dios nos envía Reflexión para la Homilía del 26 Mayo de 2019 Tiempo...