En el don de Santa María de Guadalupe Dios nos ofrece el camino para la verdadera conversión del corazón

En el don de Santa María de Guadalupe
Dios nos ofrece el camino para la verdadera conversión del corazón 

Reflexión para la Homilía del 2 de septiembre de 2018,
Vigésimo Segundo Domingo del tiempo ordinario
Tras las huellas de San Juan Diego


Primera lectura: Lectura del libro del Deuteronomio 4, 1-2. 6-8
Del salmo 14
Segunda lectura: Lectura de la carta del apóstol Santiago 1, 17-18. 21-22. 27 
Lectura del Santo Evangelio: según san Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23

Queridos hermanos:
En esta preparación del corazón que hemos iniciado para celebrar adecuadamente los

500 años del nacimiento de nuestra nación en el año 2031, la primera lectura del libro del Deuteronomio nos aporta luz para profundizar e ir recuperando nuestra identidad mexicana.
Es posible, por analogía, poner a nuestro pueblo, ponernos a nosotros mismos, en el lugar del pueblo de Israel. Y podríamos hacer entonces la siguiente reflexión:
Dios nos habló en 1531 por medio de Santa María de Guadalupe a través del mensaje y de la imagen que están en el Nican Mopohua y en la Basílica respectivamente. Al ponernos en el lugar, ya sea de los indígenas ya sea de los españoles, ambos pueblos de Dios, podríamos decir que el mensaje a ambos fue: escuchen y cumplan los preceptos del Señor. Este mensaje es más bien una invitación a recibir el Amor y a amar a Dios sobre todas las cosas en respuesta a ese amor recibido. Porque sólo como respuesta al Amor podremos amar verdaderamente a Dios, al otro y podremos no hacer ídolos de ningún tipo. Este mensaje es ahora también para nosotros.
Actualizar el mensaje de Moisés dado al pueblo de Israel, o lo que es lo mismo, actualizar el mensaje de Dios por medio de Santa María dado a los indígenas y españoles a nuestros días, no es difícil. Pues el mensaje del Tepeyac es siempre actual y siempre nos enseña cosas muy importantes. Dios nos sigue pidiendo lo mismo ahora, aunque en un contexto histórico diferente. Nos pide entre otras cosas, escuchar a Dios y grabar en nuestro corazón el amor que nos tiene, y sólo como respuesta a este amor es como puede nacer en nosotros el querer cumplir sus preceptos para ponerlos en práctica y poder así vivir y entrar en posesión de la tierra que el Señor nos quiere dar. Esta tierra en tiempos de Moisés era la tierra prometida, en 1531 era el nacimiento de nuestra nación, ahora tal vez también podríamos pensar que Dios espera el renacimiento de nuestra nación en Cristo a través de Santa María de Guadalupe, la Virgen Madre.
Actualizar lo anterior a nuestros días, al día de hoy en el que vivimos graves problemas en nuestra sociedad, como son la violencia, el narcotráfico, la enorme corrupción, el ataque a la vida, a las familias, a la mujer y la explotación de la persona humana en todos sus sentidos, etc., no resulta nada difícil. Podríamos entonces hacernos las siguientes preguntas a manera de reflexión: ¿qué me dice hoy el mensaje del Tepeyac? ¿Acaso es actual? ¿me enseña algo importante? ¿Acaso esperará Dios que volvamos al encuentro personal con su Hijo, con Jesús vivo, de manera como hizo María, que tanto indígenas como españoles se encontraran con El en 1531?, ¿no será a caso que se necesita urgentemente ese encuentro personal con Jesucristo para hacer renacer hoy nuestra nación?
Hermanos: los preceptos y mandamientos que Dios nos enseña en el Acontecimiento son sobre todo la entrega total de nuestro corazón a Dios por medio de María para que así Ella

nos transforme en su Hijo y nos capacite para vivir y hacer todo lo que Dios nos pide. Esto mismo fue lo que vivió san Juan Diego, santo que nos precede en este camino y al que es importante mirar para comprender qué significa seguir sus huellas. Si nosotros nos dejamos educar por el Amor de Jesús expresado en Santa María de Guadalupe, podremos, como dice la primera lectura, cumplir con los mandamientos que serán sabiduría y prudencia a los ojos de los pueblos.
En la segunda lectura el apóstol Santiago nos dice que Dios nos engendró por medio del Evangelio, Evangelio que nos fue inculturado gracias a la Presencia de Santa María de Guadalupe en nuestras tierras. Nos pide nuevamente acoger la Palabra de Dios con una nueva mirada, con una mirada más profunda no solo para escucharla sino para ponerla en práctica. Esta Palabra nos fue sembrada por María de Guadalupe en el nacimiento de nuestra nación, esta Palabra es capaz de salvarnos y de otorgarnos también esa capacidad para ir al encuentro del hermano en cualquiera de sus necesidades.
De igual manera, la aclamación del Aleluya nos refuerza la voluntad del Padre que nos engendró por medio del Evangelio y que nos fue transmitido gracias a la Presencia de María en México, Ella fue capaz de inculturar el Evangelio.
En el Evangelio según san Marcos, encontramos también por analogía una situación similar a la que hoy vivimos. En aquella época del Acontecimiento Guadalupano, los españoles creían comprender el actuar de Dios para con los indígenas según sus propios criterios humanos. Por otro lado, los indígenas también creían rendir el culto adecuado a los dioses. Y Jesús les dice:
Es inútil el culto que me rinden, porque enseñan doctrinas que no son
sino preceptos humanos.Ustedes dejan a un lado el mandamiento de Dios, para aferrarse a las tradiciones de los hombres”. Esto es muy importante pues en seguida Jesus les dice realmente de qué se trata: “Escúchenme todos y entiéndanme. Nada que entre de fuera puede manchar al hombre; lo que sí lo mancha es lo que sale de dentro; porque del corazón del hombre salen las intenciones malas, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, las codicias, las injusticias, los fraudes, el desenfreno, las envidias, la difamación, el orgullo y la frivolidad. Todas estas maldades salen de dentro
y manchan al hombre".
De lo que nos habla el Evangelio es de la necesidad de un verdadero cambio en el corazón. Cambio que necesitamos todos, empezando por mí. Todos necesitamos de una purirfiación
para nuestra completa conversión.
En el acontecimiento Guadalupano tenemos la solución que Dios mismos nos ofreció y
nos sigue ofreciendo hoy en día. El Mensaje Guadalupano en verdad es siemrpe actual porque María logró la conversión de los corazones de ambos pueblos logrando asi una verdadera comunicación, comunión, hermandad. Veamos cómo en verdad el menaje de Dios a través de su Madre, nuestra Madre Santa María de Guadalupe es también para todos y para todos los
tiempos.
Pidámosle a Dios nos despierte de este sueño que nos hace olvidarnos de quiénes
somos a la luz de la miarda de Su amor maternal expresado en Santa María de Guadalupe. Este Amor quiere despertarnos para encontrarnos con Cristo vivo y poder asi salir al encuentro
con nuestros hermanos.
Pidamos también a San Juan Diego nos ayude a regresar siempre al camino que él bien
conoce y que siempre es bajo la miarda de la santa Madre del Dios por quien se vive, Santa
María de Guadalupe. Asi sea. 

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